- No hace ni dos meses que Maren cumplió 18 años y ofreció su primer concierto con banda. Con un EP -Alguien sin vergüenza-, varios sencillos y la inminente publicación de su primer disco, la vizcaina ya no es solo una promesa, es una realidad avalada por canciones que transitan entre el pop, el rock y el indie y un discurso y unas inquietudes artísticas -desde el cine francés de Éric Rohmer hasta la música de los Beatles y Antonio Vega- que no se corresponden con los propios de alguien de su edad.

Imagino que con ganas del concierto en el Victoria Eugenia.

-Muchísimas. Mi último concierto antes del confinamiento fue allí, así que es como volver a antes de todo y encima con una banda y no sola. Es un paso grande.

Servirá también para comparar la Maren de hace un año, de antes del confinamiento, y la evolución que ha tenido durante estos meses.

-Sí, la verdad es que ha sido todo bastante loco(risas). Todo se ha parado, pero para mí ha seguido evolucionando a pasos gigantes en un tiempo muy caótico. No te das tanta cuenta de las cosas que van pasando porque no te estás moviendo y no estás viviendo esa vida tan rápida que tenía.

Lleva pocos conciertos con la banda, ¿qué tal está funcionando?

-El 29 de noviembre hicimos el primero en Bilbao y el segundo fue el jueves en Barakaldo, así que el de Donostia es el tercero. Para mí es el principio de la nueva etapa de este proyecto, así que estoy muy contenta y, obviamente, un poco nerviosa porque todavía me estoy acostumbrando. Pero estoy muy ilusionada porque además son músicos profesionales y son súper guays y hemos conseguido hacer un gran equipo.

Y encima hacerlo en sitios especiales como el Victoria Eugenia.

-Así es. El primero fue en el Teatro Campos Elíseos el día de mi cumpleaños, que hacía 18 años, y fue algo muy bonito. Y ahora volver a Donostia, al Victoria Eugenia, que es un teatro preciosísimo, da gusto.

¿Cómo está siendo lo de tocar durante una pandemia con la gente sentada y con mascarilla?

-Es complicado porque yo me suelo fijar mucho en la cara de la gente para saber si estoy yendo lenta o ver si les gusta. Cuando pierdes ese contacto es muy raro, es como que todo el rato son neutros y tampoco se mueven, así que es muy difícil saber cómo se lo están pasando. Al principio, cuando empecé a tocar, miraba siempre a la luz de exit que había en la puerta de salida (risas), así que ahora hago lo mismo para no concentrarme ni en las butacas vacías por el aforo ni en las caras neutras. Es una sensación muy extraña.

Como canta en 'La estación espacial de Teruel', será como sentirse un alien.

-(Risas) Sí, un poco como un alien sobre un escenario.

Hablando de temas suyos, tiene letras en castellano, euskera, inglés, catalán... Toda una políglota.

-Cada idioma me da una cosa al escribir. En cada cual nos expresamos de una manera diferente, así que cada canción es distinta en función del idioma que utilice. Ahora estoy utilizando sobre todo el castellano porque el proyecto que estoy trabajando está enfocado a él, pero creo que mis canciones más especiales son en euskera porque es mi primer idioma. Cada lengua me aporta algo.

Sus referencias musicales también chocan con lo que se pudieran pensar de alguien que acaba de cumplir la mayoría de edad.

-Sí. Yo he estado muy influenciada por la música que se escuchaba en mi casa, desde los Beatles con mis aitonas, y todos los vinilos que tenían de ellos, a mi ama, que es profesora de música y no paraba de ponerme artistas. Creo que me he ido influenciando por lo que sonaba en casa y por lo que luego ya he ido descubriendo sola.

Entre esas referencias también está Antonio Vega, del que hizo una bonita versión de 'Lucha de gigantes'.

-Me parece uno de los músicos españoles más importantes. Tenía una manera de escribir muy especial que aprecio muchísimo cuando es tan fácil caer en las fórmulas más simples y las mismas metáforas de siempre. Le admiro muchísimo por eso y por toda su trayectoria.

En Euskal Herria, ¿quizás artistas como Izaro u Olatz Salvador pueden servirle como referentes?

-Mi influencia vasca más grande es Eñaut Elorrieta. Toda mi generación ha crecido escuchando Ken Zazpi y ahora soy súper súper fan de su proyecto en solitario porque ha creado un sonido que para mí es muy de Euskadi, muy oscuro, como el tiempo que siempre hace aquí (risas). Pero transformándolo en algo muy bonito.

Algunos de sus temas, en cambio, también juegan con el indie y el pop y pueden abrirle ventanas más comerciales.

-Eso es. Yo no escribo las canciones pensando en el estilo y por eso son tan diferentes entre sí. Yo solo intento explicar las cosas que se me pasan por la cabeza y, depende de lo que estoy explicando, cada letra tiene su estilo y me gusta jugar con ello.

¿Desde que sacó 'La estación espacial de Teruel' nota que se han puesto más miradas desde fuera en usted?

-Sí. Después de la cuarentena empezó a crecer todo y es verdad que Teruel está teniendo muchísimo apoyo. En el concierto de Bilbao, por ejemplo, la gente se volvió loca con ella (risas).

Tendrá que ir a Teruel a tocarla.

-Tendré que ir porque nunca he estado y siempre me ha parecido un sitio guay para ir con la furgoneta (risas).

Por otro lado, no solo se dedica a componer, también se encarga de los vídeos, de producir, de dirigir, de editar...

-Para mí es muy importante tener el control de todo lo que tiene que ver con el proyecto. Al final, todas las ideas salen de mi cabeza, así que cuando puedo participar yo en ellas, lo disfruto mogollón. Estoy rodeada de un equipo súper guay pero sigo figurando como productora y esa es la mejor forma de estar presente en todo lo que se haga.

En los videoclips se aprecian sus pasiones cinéfilas que, al igual que con la música, no se corresponden con alguien de su edad.

-Me encanta el cine. Últimamente he estado ocupada con la música y no he podido ver tantas películas, pero me encanta, sobre todo el cine francés. De pequeña he ido mucho de vacaciones a Francia y para mí es el sitio al que escapar cuando ya estamos hartos de lo de aquí. Al ser un sitio de escape, esas películas y su estética me recuerdan a esa sensación. Es verdad que mis amigos no ven esas películas ni escuchan la misma música que yo, pero yo intento contagiarles todo esto(risas).

¿Cómo es compaginar la música con los estudios y la vida social de alguien de 18 años?

-Hasta el mes que viene no empiezo la universidad, así que estoy en un punto de calma, pero sí que los dos últimos años que he estado estudiando en Barcelona han sido muy caóticos. Entre semana estaba allí y la mayoría de los fines de semana me volvía a casa para hacer conciertos. Ahora, con la pandemia, casi solo salgo para trabajar.

Hace no mucho sacó 'Fotosíntesis', el primer adelanto de su álbum de debut. ¿Cómo va?

-Seguramente salga en abril y estoy muy contenta porque en el disco he explicado muchas cosas que tengo en la cabeza y se han plasmado muy bien los dos lados que tiene mi cerebro. El más oscuro que puedo combinar con el más alegre. En comparación al primer EP, va a ser un cambio. Ese lo saqué con 14 años y ahora soy más consciente de cómo quiero que suenen los temas y me veo mucho más reflejada.