- Helena Taberna trabaja en la adaptación cinematográfica de la novela Feliz final, de Isaac Rosa, cuyo rodaje en principio tendrá lugar en otoño de este año.

Ha pasado algo más de un año desde que estrenó 'Varados' en el Zinemaldia, ¿qué balance hace del recorrido del documental?

-Cuando lo pienso, parece que han pasado cinco años. No tengo la sensación de estrenar el pasado año en Donostia... Se me hace como de otra vida. Es impresionante, con todo lo que ocurrió antes del coronavirus... Y en cuanto a percepción, pensaba haber hecho recorrido por el circuito de festivales, pero eso ha perdido la magia, porque con proyecciones online... Sí que se ha visto mucho en plataformas, pero ha sido un proceso muy distinto al de mis otras películas. Pero tengo la sensación de que como es un tema universal y atemporal y la película ha tenido un refrendo cinematográfico de ser un relato bien construido, espero que siga teniendo una larga vida... Lo que pasa con mis películas es rarísimo. Se siguen moviendo porque, como toco temas tan candentes, siempre hay colectivos o universidades que las vuelven a proyectar, me vuelven a llamar y vuelvo a ver la reacción del público y a vivir una primera vez de las cosas.

En el caso de 'Varados', retrata además una realidad que en 2020 ha cobrado quizá incluso mayor carácter reivindicativo.

-Lo que ha pasado es tremendo, encima también hubo un incendio en el campo de refugiados donde estuve... Tiene unas connotaciones muy dolorosas para mí y el silencio sigue siendo muy terrible... Porque es el silencio de toda la humanidad, de los políticos o de la gente de cultura. Hace poco estuve en la Universidad del País Vasco proyectando Varados y animé a los estudiantes a que no vayan solamente con una función humanitaria, porque el voluntariado también pude ser ayudar en aspectos artísticos, creativos... El error quizá es que se ha identificado los trabajos de la ONG con trabajos más caritativos o bondadosos, con lo peyorativo que pude tener el concepto bondadoso... Yo he practicado con la propia experiencia, dije: ¿Cómo pudo colaborar ahí? Y de voluntaria, pero de cine.

El pasado mes de septiembre anunció que iba a llevar a la gran pantalla la novela 'Feliz final', de Isaac Rosa, cuyo hilo conductor es la relación entre una pareja.

-Pretendo que la película reflexione sobre el amor, sobre su importancia y sobre cómo estamos banalizándolo en la sociedad contemporánea. Hay una banalización del amor y estamos perdiendo todos con eso. Incluso el rencor que aparece en la mayor parte de los casos en los finales de las parejas nos hiere y no nos permite apreciar algo que es milagroso: que has amado y has sido amada. Porque si eso ocurre, es la poesía más pura y aunque se termine, no deberíamos quedarnos con ese final, que es inevitable además... Mi tesis es que el amor existe, el amor se acaba y no hay culpables. Eso es lo que creo, en líneas generales. Me gustaría jugar ahí, a través de reflexiones sobre ello.

Se trata de mostrar las luces y las sombras de las relaciones.

-Sí, además la historia comienza cuando la pareja protagonista está rompiendo... Y está esa facilidad de tapar historias con otras, de no atreverse a vivir el dolor... El dolor del duelo en el amor se vive peor que en otras relaciones. Por ejemplo, el duelo ante la muerte de un ser querido, por muy doloroso que sea, nos atrevemos a vivirlo y se esconde menos, y, sin embargo, el duelo de pareja se tapa, como que no existe... y eso deja herida.

¿Qué le atrajo en especial de la novela de Isaac Rosa?

-Cuando la leí, me pareció soberbia y un retazo tremendo, porque es dificilísima de llevar al cine. Me puse en contacto con él antes que con la editorial, y tuvimos muy buena conexión, a él le gusta mi cine y a mí su literatura.

Trabaja el guion junto a la guionista Virginia Yagüe. ¿En qué fase se encuentran?

-Sí, estamos trabajando en el guion y moviéndonos también con la producción y las vías de desarrollo. Me dieron una ayuda desde el Gobierno de Navarra y está bien, sirve para adelantar. Ahora estamos en proceso de búsqueda de financiación, y si todo va como tiene que ir, para el año que viene probablemente en otoño estaríamos ya grabando... Dentro de un año, cuando se haya acabado toda esta pesadilla.

Porque rodar ahora una película es todo un reto...

-De valientes y de locos. Pero también estamos muy contentos porque nuestra productora Lamia, que la lleva Iker Ganuza, ha tenido nominaciones con Akelarre, por ejemplo seis en los premios Feroz...

Precisamente entre las nominaciones de los Feroz, en la categoría de Mejor Dirección, este año encontramos a dos mujeres, Iciar Bollaín y Rosa Palomero. Tras años de trabajo y reivindicaciones, ¿la presencia femenina va tomando mayor protagonismo en la industria?

-Sí, se va haciendo poco a poco, este año han salido las ayudas del ICAA y se destina a mujeres el 35% y estamos tratando de conseguir el 50%. Eso se hizo en Suecia y, gracias al trabajo de administraciones públicas, se ha conseguido que el número de cineastas mujeres aumente. Hay un déficit, pero ahora sí que se está notando más presencia y es universal. Es un movimiento dirigido por mujeres, como es una necesidad el encontrar el mundo mirado por las mujeres también. Pero el talento tiene que salir de la cantidad, lo milagroso es que estemos las directoras que estamos y que hayamos podido hacer cine con tantas dificultades...

"Pretendo que la película reflexione sobre el amor y sobre cómo estamos banalizándolo en la sociedad actual”