En la excelente 'Aprieta pero raramente ahoga' marcaba una tensión turbia muy potente. ¿Su primera película no va por el mismo camino, no?

-David P. Sañudo: (Risas) No no, quizás sí que hereda un personaje verborréico pero nada más. Va por otros caminos.

Hablan de una relación familiar con el contexto de la obra del TAV de fondo.

-Marina Parés: Es una película sobre una búsqueda, de una madre joven que trabaja como guarda de seguridad en el TAV y que descubre que, una noche, después de una fuerte discusión con su hija, esta no ha vuelto a dormir a casa. Poco a poco va descubriendo elementos discordantes en la vida de su hija y se interesa por quién es. Haciéndolo, inevitablemente se empieza a cuestionar quién es ella y cómo ha llegado a un punto tal en el que no conoce a su propia hija.

¿Cómo ha sido trabajar juntos a partir de un cortometraje que ya habían escrito?

-D. P. S.: Ambos teníamos interés en ver cómo son las relaciones con los padres. Parte de una preocupación compartida por ir conociendo a los padres y también por cómo ellos nos conocen y sobre todo, nos desconocen. Con este punto de partida, hay un segundo elemento que siempre nos ha interesado que es como lo social, lo colectivo y lo político inciden de forma inevitable en lo privado e individual. Sobre estos ingredientes trazamos una línea sencilla que es madre e hija, una relación natural ambientada en Gasteiz, que es la ciudad en la que vivimos, y con un contexto que nos pilla más cerca. No solo por el TAV, sino también por determinadas obras de ingeniería civil que vemos en nuestro barrio y que nos permiten jugar con un símbolo muy interesante: cómo algo que está pensado para unir dos puntos, como un tren o una carretera, separa dos márgenes.

Y lo hacen además en euskera. ¿Tenían claro que debía ser así desde el principio?

-M.P.: Queríamos que fuera trilingüe porque había una parte en Francia que tenía más peso, pero al final no la tuvo, así que mayoritariamente es en euskera. Por contexto y por los personajes, era lo más lógico.

Imagino que estar en el Zinemaldia supone una gran ventana de exhibición.

-D.P.S.: Es una gozada y no vamos a decir que era un objetivo, pero lo veíamos como la mejor de las posibilidades. Es algo soñado teniendo en cuenta que es una película muy modesta.

Aunque la película no va directamente de ello, ¿creen que hablar del TAV puede causar cierto revuelo?

-D.P.S.: Si pones algo así en una película, de alguna manera lo pones en cuestión, pero cada espectador es un mundo y el que se sienta interpelado podrá opinar, pero lo principal navega por otros cauces. Aunque es una historia que ocurre aquí, podría darse en cualquier otro lugar y en cualquier otra construcción.