- El cantante estaba "súper feliz" porque el pasado 14 de marzo iba a ver a Thunderstick en un escenario "que impone" como el Victoria Eugenia. El coronavirus le impidió ir como espectador, pero ahora le ha dado la oportunidad de acudir para actuar.

Imagino que con muchísimas ganas de tocar por fin en directo.

-Con muchas ganas y emocionados de que haya salido esta oportunidad en un lugar como el Victoria Eugenia. Pero también nerviosos por la responsabilidad, porque hace mucho tiempo que no nos hemos visto y hemos tenido que acelerar los ensayos para un sitio que impone.

Será un concierto extraño con la gente sentada y el uso de las mascarillas.

-Nunca nos hemos visto en algo así y cuesta imaginarlo. A priori piensas en un ambiente un poco frío, pero también es un reto poder calentarlo y hacer algo bonito. Desde luego, vamos con muchas ganas e ilusión.

Llegan además con su último disco, titulado 'La distancia'. Parece no haber nada más acorde dadas las circunstancias.

-Le pusimos el nombre evocando todo lo que el término te puede llegar a sugerir en términos de distancia emocional y física, nunca imaginando que esa palabra iba a tomar este significado. Si fuese ahora, no le pondríamos ese nombre.

Este último trabajo llega tras un disco en común con The New Raemon, un disco en solitario y un libro de poemas que ha publicado. ¿Necesitaba McEnroe un parón tras 'Rugen las flores'?

-Siempre hemos ido a una velocidad acorde a nuestra manera y no tenemos una vida de grupo muy convencional. Somos muy amigos, pero con el grupo funcionamos a fuerza de inspiración e impulsos, no nos marcamos plazos ni tenemos presiones o prisas. Ha habido más distancia porque hubo más vida, niños, trabajos, desplazamientos... Yo, que soy el que más dedicado estoy a la música del grupo, aproveché para otro tipo de proyectos que tenía en mente y de irme a vivir a una pequeña aldea de Soria.

Lo que no ha cambiado es la temática, el amor. ¿Es ahora quizás todavía más reivindicable después de lo que hemos pasado?

-Creo que es reivindicable siempre. Es un término que está muy manido y a veces se descafeina, pero para La distancia sí que hay un pequeño cambio y es que está visto el amor desde otros puntos de vista, no solo el amor romántico de la pareja, también al padre, al hijo, a los amigos, a las cosas que te gustan o al amor propio incluso. Es hablar de un amor más completo.

Ha comentado el amor al padre, y es que su hija también colabora en el disco.

-Jimena ya había cantado en mi disco en solitario y también en un single que no está en ningún disco. Tal y como les habrá pasado a muchos padres, conduciendo con el coche ella iba detrás escuchando música y al oírla canturrear me di cuenta de que tiene oído y le gusta. De hecho, canta mejor que yo. Se lo comenté, le apeteció y como nos gusta el contrapunto de la voz femenina, nos encajaba muy bien.

Son habituales en sus letras los elementos de la naturaleza. Parece que ahora, tras pasar semanas encerrados, la gente tiene ganas de respirar naturaleza. ¿Cree que esto es algo pasajero?

-La naturaleza se reivindica ella sola. Ha sido parar nosotros y ver que ella misma sale sola a frote. A mí siempre me ha inspirado mucho. Viviendo en Soria, uno de los mayores placeres era estar rodeado en un lugar donde imperaba la naturaleza, y es un poco todo lo que nos ha pasado con el confinamiento. Si alguna cosa ha salido, es ver que hay que dejar que las cosas fluyan y no meter tanta mano. Mucha gente dice que después de esto van a cambiar cosas y la gente va a aprender, pero yo soy bastante pesimista y creo que volveremos a la misma realidad.

Lo que se ha podido aprender es la necesidad de cambiar los ritmos de vida. ¿Ha notado alguna similitud en sus años en Soria con las ciudades vacías de las últimas semanas?

-Ya te digo que yo soy un poco pesimista, así que me creo que va a volver todo a ser igual. Incluso casi peor porque se avecina una buena económicamente. Yo lo aprendí en su momento, he intentado vivir así y soy más feliz.

¿Ve igual de pesimista el futuro para la música?

-Nosotros no hemos podido vivir de la música nunca, así que tenemos bastante asumido que va a seguir siendo así. Tras todo este tiempo parados, se va a crear una especie de tapón de artistas y conciertos. Nosotros no hemos tocado mucho en verano al estar bastante fuera del circuito de festivales, pero aún así lo hemos notado con conciertos que se han caído. Hasta que no se vaya recuperando el ritmo de antes, pasará tiempo sin saber cómo va ir.

¿Ha aprovechado el confinamiento para componer?

-No, todo lo contrario. Con las cosas que estaba las he dejado paradas. Poco a poco ahora me pongo a funcionar otra vez. Aunque parecía que iba a ser el momento oportuno y diseñado para eso, he necesitado otros estímulos.

En cuanto al grupo, cada miembro está en una ciudad diferente. ¿Cómo se han arreglado para llegar con tono al concierto del mañana?

-Ha sido complicado. De hecho, Gonzalo Eizaga (guitarrista), que está en Madrid, va a tener que venir con un pase especial para poder desplazarse. Los alemanes pueden estar en Mallorca, pero Gonzalo no puede venir a su concierto en Donostia... Este tiempo hemos estado sin vernos, hablando por Skype y por sitios que antes no conocía. El primer día que fuimos a ensayar fue como si hubiesen pasado cien años. Como la música en nuestra vida ocupa un plano muy feliz y luminoso, volver a tocar es un subidón de todo eso como muy de las primeras veces.

"Dicen que después de esto van a cambiar cosas y la gente va a aprender, pero yo soy pesimista y creo que volveremos a la mismo"

"Gonzalo (guitarrista) va a venir con un pase especial de Madrid. Los alemanes están en Mallorca, pero él no puede venir a su concierto"

"Llamamos al disco 'La distancia' sin imaginar lo que esa palabra iba a significar. Ahora, no le pondríamos ese nombre"