i alguien sabe sobre lo que es trabajar en pijama, ese es Paco Roca, Premio Nacional del Cómic. Es más, fue un "sueño" de juventud del que hizo gala en el diario Las Provincias cuando publicó las viñetas de un alter ego algo despistado bajo el título Memorias de un hombre en pijama (2011). Aquellas páginas dominicales y de carácter costumbrista se recopilaron en un álbum homónimo publicado por la editorial vasca Astiberri y que en pocos días será liberado de forma gratuita en Internet -el propio autor sube un página al día a su cuenta de Twitter @paco_roca-, como una manera de que el público siga "consumiendo cultura". A Memorias de un hombre en pijama, que el año pasado estrenó su versión cinematográfica, le siguen Andanzas de un hombre en pijama (2014) y Confesiones de un hombre en pijama (2017), dos cómics que agrupan las historias con un tono algo más reflexivo que el valenciano autor de Arrugas (2007) publicó, principalmente, en El País Semanal.

Como un verdadero experto en el tema, NOTICIAS DE GIPUZKOA ha hablado estos días con Paco Roca para que, desde su propia experiencia, aconseje a nuestros lectores sobre cómo pueden teletrabajar cómodamente mientras separan el ocio del oficio, al tiempo que concilian con los hijos que rondan por casa. "Como autónomo", la situación de trabajo en el hogar, no es nada nuevo para Roca. Comenta, por supuesto, que no es lo mismo enfrentarse al confinamiento ahora que está empezando que dentro de unas semanas cuando el encierro y la monotonía pueden haber hecho aún más mella en el ciudadano. En su caso, está aprovechando el tiempo obtenido de la cancelación de giras conferencias para adelantar un nuevo cómic en el que vuelve a las historias más "personales" -un rasgo de su obra-, tras haber publicado la novela gráfica de aventuras El tesoro del Cisne Negro (2018) junto al escritor Guillermo Corral -Alejandro Amenábar iba a comenzar a rodar esta Primavera una versión para la televisión, que por la situación actual también se ha retrasado-.

Con el cierre de la trilogía Roca colgó la prenda para dormir, pero afirma que esta situación de encierro le lleva a fijarse otra vez "en las grandes odiseas" que pueden darse dentro del hogar. "Empiezas a ver todos esos detalles del día a día a los que se les puede sacar mucho partido, desde cortarte las uñas de los pies a descongelar la nevera. Como decía Paul Auster, las cosas le pasan a quien sabe contarlas y cualquier anécdota puede ser germen de un libro o una historia", ríe el autor de La casa.

Reivindicar la infancia. "El pijama es una prenda que hay que llevar con orgullo. En su momento, para mí, trabajar en pijama era como haber conseguido un estatus de libertad, de haber conseguido mi sueño infantil que, por un lado, era poder trabajar en casa sin quitarme el pijama y, por otro, vivir de los cómics que me gusta hacer. Aunque sea de una forma obligada y aunque sea por una crisis sanitaria, creo que es bueno para poder reivindicar aquellos momentos de la infancia y decir: Pues hoy me quedo en pijama. Luego ya veremos cómo salimos de esta".

Retomar lo pendiente. "Siempre he querido, en cierta manera, poner el mundo en pausa para ponerme al día. Siempre he tenido la sensación de ir un paso por detrás del resto de la humanidad. Me he solido decir: Tengo un montón de libros que he comprado y que nunca he leído, no hago más que añadir películas a Netflix. Quizás es una buena oportunidad de hacer esas cosas que siempre hemos querido hacer y para las que siempre hemos puesto mil excusas. Tenemos opciones como para relajarnos y poner todas esas tareas al día".

La disciplina. "A todos los autónomos, todos los freelance que siempre trabajamos desde casa, esta situación no nos pilla de nuevas y, en un principio, no se nos hace agobiante. Estamos acostumbrados a tener una disciplina, de 9.00 a 13.00 o lo que sea o al horario que me ponga, pero cumplirlo, y no ponerte a hacer otra cosa como descongelar el congelador".

Marcar objetivos. "Además de esa disciplina, es importante marcar y cumplir objetivos. Cuando haces un cómic, estás trabajando a años vista, quizá la entrega es en un año o año y medio. Si tú no te marcas plazos de lo que tienes que hacer, no acabarías nunca. Es muy útil decidir qué es lo que vas a hacer de aquí al final de la semana. Así cuando te levantes por la mañana que todo no sea una anarquía total, sino que dentro de la libertad tendrás unos objetivos que cumplir".

Los riesgos."Distraerse y mezclar todo son los riesgos principales, en unos días en los que son todos iguales. Cuando empecé me pasaba. Un lunes, por ejemplo, no me apetecía trabajar y no lo hacía. O trabajaba los fines de semana porque, ya que estaba en casa, pues trabajaba. Empiezas a no saber en qué día vives y todo es lo mismo. Nos hemos acostumbrado a cinco días laborables y dos festivos, y está bien mantener eso. Diferenciar ocio y obligaciones es importante".

un consejo extra para los que tienen hijos... "Tengo dos niñas pequeñas y me he acostumbrado a ello. Cuando llegan del colegio, aunque tienen toda la casa para ellas, acaban jugando en mi estudio (ríe). Mi trabajo tiene dos partes: en una de ellas tienes que estar más concentrado escribiendo el guion. En esos casos opto por madrugar o hacerlo cuando se acuestan. A lo largo del día, intento buscar tareas más automáticas o que no exijan tanta concentración".