- Xabier Agote habla con pasión de todo lo que acontece en el museo-astillero Albaola de Pasaia y, sobre todo, sobre la gran genialidad marítima de los vascos de antaño y el consecuente patrimonio marítimo que desde la Factoría Marítima Vasca buscan poner en valor y difundir con proyectos como la construcción de la nao San Juan. La eterna pregunta sobre cuándo se botará la embarcación también se pone sobre la mesa, en una entrevista que se hizo con anterioridad a la declaración de emergencia sanitaria por el coronavirus y que, como ha ocurrido con el resto de equipamientos culturales de Gipuzkoa, ha llevado a la clausura de Albaola durante dos semanas.

¿En qué fase se encuentra la construcción de la nao 'San Juan'?

-Está en la fase final de construcción. Los tres niveles interiores están prácticamente concluidos, faltan algunos detalles. Son trabajos muy importantes que hemos hecho durante mucho tiempo, pero que el público por ahora no puede apreciar, pero sí cuando el barco esté en el agua y sea visitable.

¿Cuándo se botará la nao?

-Estamos entablando el barco de arriba a abajo. Si las cosas nos van bien, el San Juan se botará a lo largo de 2021. Hay que recalcar que buscamos financiación continuamente. La odisea es doble: por un lado está el reto constructivo y luego hay que financiarlo. Hay que remarcar que no tenemos todas las fuerzas volcadas en el barco, también estamos construyendo otros navíos, como un patache, y formando a gente.

¿Una vez en el agua se considerará acabado?

-No. Habrá que colocar los mástiles, equiparlo, preparar kilómetros de cuerda, hay que hacer las velas, las anclas€

¿Navegará?

-Tendrá dos dinámicas. Cuando esté en puerto será un equipamiento cultural, un museo flotante. Después, navegará, porque ese es el ADN de Albaola. La navegación, además, desestimará o confirmará algunas tesis existentes sobre cómo se navegaba en el siglo XVI.

Tendrán que aprender a navegar de nuevo.

-Muchos de mis compañeros y yo sabemos navegar, pero no sabemos hacerlo en un galeón vasco del siglo XVI. Además, no tendrá motor.

¿Qué presupuesto tiene Albaola?

-Necesitamos más financiación, siempre lo digo. Aproximadamente, 990.000 euros anuales, según los datos de 2019. El 66% son recursos propios, de los cuales el 19% procede del mecenazgo. El 33% restante proviene de las instituciones públicas, principalmente la Diputación y también el Gobierno Vasco.

Existe una gran expectación por saber si flotará. ¿Es algo que le suelen preguntar?

-De vez en cuando; tampoco excesivamente. Me parece una pregunta pertinente, primero, porque somos todos de secano. El patrimonio marítimo no era considerado patrimonio y era algo que nos quedaba lejos. Por otro lado, es normal que un barco se hunda. El San Juan original se hundió. El Titanic, que se presentó como el primer barco insumergible de la historia, se hundió en el primer viaje. Lo que queda en la mente de mucha gente es que en la Expo de Sevilla de 1992, la supuesta réplica de la nao Victoria, que no tiene nada que ver con la original, se hundió el día de la botadura delante de todas las cámaras. Lo que digo es que, a pesar de que todos los barcos se pueden hundir, el San Juan no se hundirá (risas).

¿Cuándo empezó a interesarse por el patrimonio marítimo vasco?

-Esto empezó hace muchísimos años. De pequeño desarrollé una sensibilidad especial hacia las embarcaciones tradicionales del País Vasco. Soy consciente hoy en día que debía ser un caso único (ríe). En aquel momento las embarcaciones eran un patrimonio denostado que no tenían ni consideración de patrimonio.

¿Por qué?

-El gran público no entiende que las embarcaciones locales tienen unas características únicas que se adaptan al medio, a nuestro mar, a nuestra forma de pescar... Si vas a Galicia o a Portugal, son de otra manera.

Estudió la construcción de embarcaciones tradicionales en EEUU.

-Ese interés hacia las embarcaciones me llevó a aprender carpintería de ribera, el oficio de construir barcos de manera tradicional, en Estados Unidos, en el Museo Marítimo de Maine. Aquí no tenía la posibilidad de aprenderlo. En aquella época, viajando por el extranjero, di con el volumen de la National Geographic que mostraba en la portada el descubrimiento del pecio de la San Juan en Red Bay (Canadá) -se publicó en julio de 1985-.

¿Qué supuso aquella revista?

-Descubrí la historia de los balleneros vascos a través del descubrimiento del San Juan. Me di cuenta de la calidad excepcional del barco. Su descubrimiento fue un milagro y su estado de conservación también lo es. Hablamos del barco hundido mejor conservado del siglo XVI y resulta que es un barco vasco; es un regalo, para los pocos que tenemos este interés específico, pero también para el conjunto del País Vasco: nos enseña lo grandes que hemos sido.

¿Y qué hemos sido?

-Siempre digo que los vascos fueron los que abrieron los océanos a la humanidad. Me choca mucho el contraste de esa grandeza con la falta de conocimiento social de lo que fuimos; eso es lo que en su día nos motivó a crear Albaola. Tenemos que ser conscientes de la genialidad de nuestros antepasados y hay que darlo a conocer, no solo a nosotros, sino al mundo. Ahí está la vuelta al mundo de Elcano, al que se ha presentado durante mucho tiempo con alguien que estaba allí fruto de la anécdota. No, no: Elcano dio la vuelta al mundo en un barco vasco, en una expedición organizada desde el País Vasco, porque éramos los que teníamos la cultura oceánica más desarrollada.

En el siglo XVI se dieron dos hechos que cambiaron el mundo: la vuelta al mundo de Elcano y también el tornaviaje de Urdaneta, el paso del Pacífico del oeste al este.

-Si me preguntas por predilección personal, me decanto más por Urdaneta que por Elcano (ríe). Urdaneta fue la continuación de Elcano porque fue su pupilo. Urdaneta era una persona especialmente inteligente, un fuera de serie. Fue quien, en el siglo XVI, dio sentido al Pacífico. El océano más grande del mundo no tenía lógica para nadie y nadie lo entendía. Sabían cruzarlo del este hacia el oeste, pero no sabían volver, no podían traer las riquezas que encontraban. Están Elcano y Urdaneta, pero siempre hay otro personaje que reivindico cuando me hablan de los dos.

¿Cuál?

-San Ignacio de Loiola fue el primero en dar la vuelta espiritualmente al mundo. Es el que llegó a todos los continentes con su doctrina. Tengo una especial simpatía a aquella época de los jesuitas, porque destacaron por ser los que al llegar a los mundos indígenas tuvieron una política de mimetismo y de aprender los idiomas. Elcano, Urdaneta y San Ignacio conforman un trío que fue lo más.

Pero todo ello quedó tapado.

-Hace ya mucho tiempo que los vascos tenemos las herramientas para dar la vuelta a esta situación de desconocimiento sobre de dónde venimos, de quiénes somos. En este sentido, estoy contento con la labor que estamos haciendo en Albaola.

Albaola surgió hace más de dos décadas.

-Sí, y no empezamos en Euskal Herria. En 1997 comenzamos en Estados Unidos. Involucramos a toda la diáspora vasca en EEUU y también a la de Australia para reunir fondos para construir una trainera. Fue el primer proyecto que unió a la diáspora. Es cierto que no lo dimos mucho a conocer, en aquel momento estaba yo solo.

A Pasaia llegaron dos años después.

-Fue muy importante la colaboración con la Agencia de Desarrollo de Oarsoaldea. El proyecto de Albaola nació con la convicción de hacer una revolución cultural y creo que estamos en ello. Estamos dando a conocer algo sumamente importante, tanto a nosotros como al mundo: la grandeza de lo que ha sido el pueblo vasco durante siglos. Una sociedad que era eminentemente marítima.

Era una sociedad que miraba al mar.

-Urdaneta era de Ordizia y era algo perfectamente normal; podía ser navarro o de cualquier lugar.

¿Qué lugar ocupan los balleneros vascos en nuestra historia marítima?

-Los balleneros se arriesgaban para enriquecerse. En el Atlántico fueron los pioneros creando la primera actividad industrial de Norteamérica.

Habla de "revolución cultural", pero también es cierto que Albaola ha creado o recuperado una industria en Pasaia que ya no existía.

-En Albaola hemos ido de abajo a arriba. Como he dicho, comencé yo solo y ahora estoy rodeado de profesionales excepcionales -en la Factoría Marítima Vasca trabajan un total de 23 personas, entre carpinteros, personal de administración y guías-.

Además, en 2017 abrieron su propia escuela de carpintería de ribera.

-La hemos llamado Aprendiztegi, Escuela Internacional de Carpintería de Ribera Lance Lee. Es reciente pero tenemos 18 alumnos de todo el mundo y una lista de espera importante. Lo que hemos hecho es reproducir la oportunidad que a mí se me dio en EEUU. Lance Lee es el gurú de todo esto, fue quien creó las mejores escuelas de carpintería de ribera allí. Lee, que ya es muy mayor, solía decir que había creado las escuelas no para que los alumnos construyesen los barcos, sino para que los barcos construyesen a sus alumnos.

Por lo tanto, es más importante el conocimiento que el objeto.

-Un barco es el elemento de madera más sofisticado que hay y, además, cuando los construyes estás creando algo de gran valor patrimonial y también valor histórico. La Factoría Marítima Vasca y su espacio en Pasaia es un proyecto en construcción permanente. Hace seis años no tenía nada que ver con lo que es ahora y dentro de dos años espero que este espacio se haya transformado. Estamos desarrollando un proyecto de mejora de estas instalaciones y de ampliación. No solo vienen cada vez más visitantes -60.000 al año-, sino que también vienen más medios, también a nivel internacional.

¿A qué aspiran?

-La Factoría Marítima Vasca es un museo-astillero. No usamos solo el término museo, porque suelen ser estáticos; el nuestro está cambiando y desarrolla una actividad. Aspiramos a ser uno de los referentes más importantes a nivel mundial de la puesta en valor y el desarrollo del patrimonio marítimo. Más que construir el San Juan, lo que estamos construyendo es Albaola.

¿Con qué dificultades se ha encontrado Albaola estos años?

-La falta de precedentes. El patrimonio marítimo no existía como término; no era patrimonio. Las viejas txalupas que a mí me apasionaban no estaban consideradas patrimonio. Lo que estamos consiguiendo es que ese concepto se acepte y se normalice. Nosotros no hemos inventado nada. Estábamos seguros del éxito de este proyecto porque hay numerosos casos de éxito a nivel internacional de astilleros-museo. Tenía claro que si el nuestro lo planteábamos bien, iba a tener éxito.

Después del 'San Juan', prevén replicar la nao 'Victoria', en la que Juan Sebastián Elcano culminó la primera vuelta al mundo.

-Está proyectada en base a una investigación rigurosa que hemos hecho y en la que ha participado Joseba Burdain. Después estamos preparando, aunque es un proyecto más lejano, la construcción de un barco más antiguo y más grande que el San Juan, del siglo XV, y que se conoce como el pecio de Newport. Se descubrió en 2002 y recuerdo haber visto un documental sobre el pecio que concluía diciendo que desconocían de dónde era. Al verlo me di cuenta que era nuestro y ocho años más tarde se pudo confirmar que era así por el análisis de la madera. Es el galeón del siglo XV mejor conservado y mejor investigado del mundo.

En Newport también está interesado en volver a montar el pecio y hacer un museo como el de Portsmouth con el 'Mary Rose'.

-He estado varias veces allí y tenemos una gran relación con la gente que lidera el proyecto. Por un lado, quieren montar el pecio original en un museo, como dices; y por otro lado, queremos hacer una réplica aquí, aunque no estamos en esa fase. Al igual que el San Juan es el barco más destacado del siglo XVI, este es el más destacado del XV. Los dos tienen, además, características muy diferentes.

¿Por qué?

-El de Newport corresponde al fin de una tecnología y el San Juan está relacionado con el inicio de otra. Los dos barcos, uno al lado de otro, son complementarios; nos enseñan las transiciones tecnológicas de la época. No es casualidad, los vascos eran muy prolíficos, construían mucho y se encontraban en todos los sitios.

Albaola se extiende más allá de la actividad de su museo-astillero.

-Hemos hecho excavaciones arqueológicas en Estados Unidos con Xabier Alberdi buscando vestigios de los vascos; hemos hecho todo tipo de expediciones como la de Apaizac obeto; dimos la vuelta a Irlanda en 2003 por la paz y la reconciliación... Albaola nació con el objetivo de poner en valor y desarrollar el patrimonio marítimo. En 1999 nos pusimos en marcha con la agencia de desarrollo de Oarsoaldea y en 2000 inauguramos una pequeña astillero en el distrito de San Juan, en el que hacíamos txalupas. A la agencia le interesaba lo que hacíamos nosotros, pero como factor de desarrollo, de crear riqueza, de atraer turismo€ Ellos absorbieron lo nuestro y nosotros lo suyo. Desde entonces no hay ningún proyecto que abordemos sin que tenga en cuenta el factor desarrollo; creo que eso nos ha ayudado mucho a crecer en el buen rumbo. Queremos que Albaola y su revolución cultural sea también un factor de transformación.

¿En ese contexto de transformación se enmarca el Festival Marítimo de Pasaia que inauguraron hace dos años?

-La primera edición la pudimos hacer realidad gracias a que participaron más de 250 voluntarios de la red de Albaola. En su día, cuando empezamos en Pasaia, llevábamos nuestro trabajo a otros festivales marítimos, muchos a Bretaña. Ahí veíamos que el concepto de festival marítimo era muy interesante y que atraía al gran público, pero en aquella época no era el momento. Este tipo de encuentros tienen una gran complejidad, tienes que tener contenido en tierra y una flota de barcos interesante; para que los barcos vengan tienes que tener un nombre.

¿Por qué hacerlo en Pasaia?

Pasaia era el puerto más interesante desde el punto de vista histórico de toda la costa vasca. Lo que hacemos es celebrar su historia marítima, pero también el proyecto patrimonial que se puso en marcha con el Ayuntamiento y con la agencia de desarrollo, como digo, en 1999. La primera edición fue un éxito.

¿Superó sus expectativas?

-Sin duda. Fue un éxito que para mí fue una felicidad; fue la confirmación de que nuestro formato, lo que estamos haciendo en Albaola, era necesario hacerlo y que despierta el interés social. Además, fue el primer evento que cohesionó a un pueblo dividido en distritos y también ayudó a prestigiar a Pasaia. La única pega del balance es que la gran afluencia de gente nos tomó a todos tan de sorpresa, también a los pasaitarras, que era imposible tomar algo en el pueblo; las existencias se agotaron.

"Tenemos que ser conscientes de la genialidad de nuestros antepasados y hay que darlo a conocer, no solo a nosotros, sino al mundo"

"Si las cosas nos van bien, la nao 'San Juan' se botará a lo largo de 2021. Hay que remarcar que no tenemos todas las fuerzas volcadas en el barco"

"El proyecto de Albaola nació con la convicción de hacer una revolución cultural. Estamos dando a conocer la grandeza de lo que ha sido el pueblo vasco durante siglos"