deba - Amaia huye por un terreno muy escarpado. Un juez de la Inquisición la persigue, primero a caballo, luego a pie, hasta que consigue capturarla al borde de un precipicio. Esta fue una de las escenas que se rodó ayer en una ladera adyacente a la cala de Sakoneta, en Deba, como parte de la producción de Akelarre, dirigida por Pablo Agüero. De esta manera, el cineasta argentino continúa con la filmación de esta producción con un presupuesto que ronda los tres millones de euros y que comenzó la semana pasada en la playa vizcaina de Laga.

En los alrededores de esta “idílica” cala, donde el flysch sale a la luz con marea baja, se ha construido un pequeño poblado en el que viven “libres” y sin ataduras, tintando, tejiendo y trabajando el cáñamo, seis mujeres jóvenes, que serán acusadas y capturadas por la Inquisición, aprovechando la situación de “indefensión” generada por la marcha de los hombres del enclave, que han partido a Terranova a la caza de ballenas.

Iker Ganuza, que junto a Koldo Zuazua produce la cinta -el iruindarra y el donostiarra han conformado Sorgin Films AIE-, explicó ayer que, a la hora de localizar, en un inicio pensaban en una ubicación “real”, pero eso obligaba al equipo a moverse al interior. Es por ello que decidieron recrear en un poblado marinero al filo del Cantábrico, algo que, según se pudo constatar ayer, genera verdadera curiosidad en los caminantes que circulan por la ruta del flysch y a los que había que dejar paso entre toma y toma. “No sé cómo hacen en Juego de Tronos para evitar las fotos en las redes sociales”, bromeó el productor en referencia a la existosa serie que se rodó muy cerca de donde Agüero filma su nueva obra.

Akelarre se está rodando “más o menos en forma cronológica”, por lo que lo filmado en el arenal vizcaino coincide con la partida de los marineros -el galeón se añadirá de forma digital en posproducción siguiendo las indicaciones de la Factoría Marítima Vasca Albaola-, mientras que las tomas que desde el sábado se graban en Deba corresponden a la captura de las seis jóvenes -ayer fue el turno de la secuencia protagonizada por la actriz Amaia Aberasturi (Vitoria, 3 de marzo) y su doble especialista, mientras que la Inquisición se hizo con los personajes interpretados por Garazi Urkola, Irati Saez de Urabain, Jone Laspiur, Lorea Ibarra y Yune Nogueiras el lunes por la tarde-. La semana que viene la producción se trasladará a Lesaka para filmar las secuencias de la película correspondientes al encierro en el calabozo de las presuntas brujas. Además, durante las siete semanas que durará el rodaje, también filmarán durante diez días en la población labortana de Sara.

El responsable de Eva no duerme lleva diez años detrás de esta historia que, pese a tener un componente local -se basa de forma libre en Tratado de Brujería Vasca. Descripción de la Inconstancia de los Malos Ángeles o Demonios publicado en 1609 por el juez de Burdeos Pierre de Lancre, después de un viaje por Euskal Herria que se saldó con 60 personas acusadas de satanismo en la hoguera-, no deja de ser “una parábola universal”. “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, comentó.

Pese a que Akelarre habla sobre la caza de brujas, se aleja de lo sobrenatural, dado que se centra en relatar el “delirio” que supusieron los juicios inquisitoriales, tal y como explicó la actriz Jone Laspiur -junto al personaje de Aberasturi es acusada de brujería-. “Hablamos sobre cómo se impone a la población una visión sobrenatural de las cosas; es lo contrario a lo que estamos acostumbrados que es pensar que la población autóctona y rural es siempre supersticiosa, mientras que la población del reino, centralizada y civilizada va a traer la racionalidad. Aquí ocurre lo contrario”, explicó el cineasta, que ha coescrito la historia junto a Katell Guillou y para quien resulta muy atractivo vincular “la figura de la bruja con la idea de la mujer libre y rebelde, reprimida por un poder clerical masculino y misógino”. Planteamientos que, a su juicio, están vigentes aún hoy y “siguen interpelando a nuestra sociedad actual”.

Ganuza añadió que, en definitiva, la caza de brujas no era otra cosa más que, “desde el patriarcado, controlar a un sector de la sociedad, el femenino”. Jeanne Intxausti, que en Akelarre tiene el papel de amona, añadió que el proceso judicial que retrata el largometraje fue una auténtica cuestión “política”. “Se aprovechó que los hombres estaban fuera para maltratar y torturar a las mujeres. Para la Iglesia la mujer siempre ha sido muy peligrosa; en ese caso, aún más, porque se les otorgaban poderes que no tenían”, apostilló la actriz.

“¿qué es ser una bruja?” En el contexto del filme, las apresadas no saben de qué se les acusa, no lo entienden, “no saben qué es ser una bruja”. Los personajes principales, “unas chicas muy jóvenes que apenas saben nada”, solo pueden hacer “suposiciones” al respecto y como manera de intentar salir de la situación en la que la Iglesia las ha metido.

Son seis las chicas, contando a Aberasturi. En torno a 850 actrices se presentaron a un casting que se alargó más de lo que a los productores les hubiese gustado: comenzó a mediados de 2018 que concluyó pocas semanas antes del rodaje. Los papeles a cubrir eran los de las cinco veinteañeras que son apresadas con la protagonista y que, por petición de director, debían de ser “no profesionales” para así encontrar “joyas en bruto”. Así lo ha hecho con una selección de jóvenes de 16 a 23 años: Garazi Urkola interpreta a Kattalin, Irati Saez de Urabain es Olaia, Jone Laspiur es Maider, Lorea Ibarra es Oneka y Yune Nogueiras es María.

Para poder mimetizarse con su papel, lo primero que hicieron fue estudiar el contexto histórico en el que transcurrieron los hechos, a lo que siguió leer el guion con las indicaciones del argentino y trabajando en casa cada personaje, “interiorizándolo”.

Este quinteto, que rueda todas sus escenas junto, ha hecho verdadera “piña”, algo necesario delante y detrás de las cámaras. Llevan varias semanas juntas, tanto ahora en el set, como en las diferentes lecturas de guion con el propio Agüero. “Son muy diferentes entre sí”, expuso Nogueiras sobre este quinteto de brujas, con caracteres individuales bastante acentuados, pero que “hacen todo juntas”. El papel de Noguerias, María, es “maternal y emocional”, pero el de Laspiur, Maider, está en el otro extremo, “agresiva e impulsiva”. “Vivimos lo mismo, pero cada una a su manera”, concluyó Saez de Urabain.

Aún más: las intérpretes han trabajado conjuntamente con Maite Arroitajauregi, conocida como Mursego, poniendo las voces en los temas de la banda sonora del filme.

Además del sexteto protagonista, completan el reparto de Akelarre Álex Brendemühl -7 años, Petra o Madre- que interpreta al juez Rostegi, a quien el rey de Francia ha encomendado purificar la región, Daniel Fanego, Asier Oruesagasti, Iñigo de la Iglesia, Elena Úriz y Daniel Chamorro.

“oportunidad” Ser parte de esta producción es una verdadera “oportunidad” para estas actrices noveles que tienen dificultades para compaginar sus estudios con el rodaje y reconocieron, además, que en su entorno existe gente que no entiende su elección de posponer o compaginar este trabajo cinematográfico con el académico. No obstante, ellas siempre lo han tenido claro.

Un ejemplo de ello es Lorea Ibarra, que debido a su juventud -tiene 16 años- temía que no hubiese un ambiente de “piña” en el equipo pero que finalmente ha encontrado un grupo de “amigas”. Estudia Bachillerato y confesó que le es “difícil” aunar las dos cuestiones, aunque afirma que lo “intentará”. “Estudiar hay tiempo de estudiar, pero esto es una oportunidad”, reconocen las intérpretes.