- Después del impás de unos años, el cuarteto Madeleine -Gartxot Unsain (guitarra y voz), Itzal Uranga (guitarra y voz), Jagoba Salvador (bajo) e Iñaki Benito (batería)- volvió a finales del año pasado con la publicación de su tercer disco, que esta tarde presentará en el Beratu Jaialdia de Oñati. Además, este año se cumple una década de la publicación de su primer álbum, que adoptó el nombre de la banda.

Seis años después de su segundo disco, ‘Mugarri’, volvieron el año pasado con nuevo disco, ‘Su hura’.

-Podemos decir que fue la culminación de la residencia de Kutxa Kultur Musika que hicimos entre 2017 y 2018.

Previamente, habían estado un tiempo sin tocar. ¿Fue difícil engrasar la máquina?

-Por problemas personales de uno de nuestros componentes estuvimos un tiempo sin tocar. ¿Difícil engrasar la máquina? Sí y no. Por un lado fue difícil porque la situación era de cierta incertidumbre. Cuando se superaron dichos problemas, recuperamos ese fuego, que solo se puede hacer de una manera: ensayando. Cuando comenzamos a coger la carrerilla post parón, nos presentamos a las residencias de Kutxa Kultur Musika y se alinearon las estrellas.

La residencia en Tabakalera también les facilitó la grabación de audiovisuales.

-Te ofrece un espacio físico, una aportación económica que se puede usar para grabar un disco o un videoclip, y luego hay otra que se divide entre los conciertos programados. Además, tiene una parte de asesoramiento. Hay un equipo atento a tus necesidades y preguntas, dispuesto a ayudarte. En nuestro caso, el colchón que supuso la aportación económica nos ayudó a hacer los videoclips, el disco y poder delegar cuestiones a terceros. Está bien que le puedas dar la oportunidad a una amigo ilustrador, del que te gusta lo hace, para que diseñe el arte del disco, o a alguien para que te haga una camiseta. Cuando algo es compartido adquiere un valor mayor, aunque estemos trabajando en una obra que no deja de ser personal.

Por lo tanto, la estancia fue determinante.

-Más de una vez lo hemos debatido. De no haber tenido las facilidades que ofrece, como un espacio, no sabemos cómo hubiese retrasado la producción del disco. Lo hubiésemos sacado seguro, pero han sido un cúmulo de circunstancias que han hecho que en el momento que necesitábamos un empujón, hayamos tenido un local en el centro de Donostia. Eso generó unas dinámicas de ensayo y permite recuperar las canciones que ya teníamos preparadas antes del parón.

Entiendo que es una nueva lectura sobre aquellas composiciones.

-Las que hemos grabado ahora, las íbamos a grabar hace cuatro años, pero han sufrido la reinterpretación del tiempo. En Madeleine, al ser casi de la cuadrilla, hay confianza, pero en estilos musicales tenemos puntos en común y otros muy distintos. En esta vuelta hemos cogido las ideas viejas que teníamos y al reescucharlas casi todos nos hemos sentido no identificados con ellas. Ha pasado el tiempo, cambian los gustos, las actitudes y todo. Hemos cogido las canciones y, como decimos nosotros, nos hemos quedado con el oro, y de ahí hemos empezado a tratarlo con nuevas secciones rítmicas. El mayor cambio en este proceso de creación ha sido que le hemos dedicado más tiempo y más cariño. Nos acordamos de todas las horas que hemos pasado ensayando y sacando ese oro, que no es fácil. No lo decimos desde el punto de vista negativo de la palabra, porque todos los jóvenes lo son, pero creo que antes éramos más conformistas. Que, por otro lado, es una cosa que también está bien, porque esa frescura de joven mola, pero es verdad que en nos hemos autoexigido hacer los mejores temas que podíamos.

Existe un cambio con respecto a las obras anteriores, pero no parece buscado.

-Tu percepción de las cosas, la música que escuchas y cómo te afecta no es algo buscado, es algo que no puedes controlar. Lo que sí puedes controlar es cómo aplicas en tu grupo esa energía que recibes. Puedes buscar el compromiso de quedar una o dos veces a la semana y dedicar tiempo y dar importancia a las ideas que te surgen. Nuestro nuevo proceso ha sido una mezcla entre una aleatoriedad de cuestiones que no hemos podido controlar, pero luego se encuentra cómo nos hemos exigido a nosotros mismos. Después de ese parón, duro en cierta medida por las circunstancias, hemos querido homenajear al grupo y nuestra trayectoria, haciendo un esfuerzo grande de compromiso y de horas para sacar adelante

¿No lo comparan con anteriores trabajos?

-Nosotros no comparamos esos temas nuevos con los anteriores, que es lo que hace el oyente, como es normal; para nosotros hay un proceso humano como amigos y un proceso de composición. Son más que esos temas, es la foto que demuestra que en la vida, a veces, te pueden pasar cosas, pero hay que levantarse, ayudar a levantarse y celebrar el levantamiento con canciones.

Que no se apague el fuego.

-Eso es, ¡que no se apague!

Hablan de homenaje al grupo. ‘Su hura’ parece una síntesis de su trayectoria.

-Hacemos música, que no sabemos de qué estilo es, pero es emocional. Se dicen las emociones con letras. Es totalmente autobiográfico. Hay algunas canciones que hablan mediante metáforas con las que se identifica cualquier persona, como la de recuperar ese , ese fuego que teníamos de pequeños. En nuestro caso también puede ser interpretativo del que teníamos hace cuatro años, pero lo que queríamos con esa metáfora es reflejar la inocencia de la juventud.

También tienen temas autobiográficos como, por ejemplo, ‘Perkalenea’.

-Hay letras biográficas del funcionamiento del grupo, de conciertos. es un homenaje al piso donde en su momento vivieron Itzal y Gartxot. Ahora, es Jagoba quien vive con Gartxot en esa casa. Solo falta un componente del grupo, Iñaki, que no ha vivido ahí. Queríamos homenajear ese espacio porque para nosotros tiene un aura más grande que solamente un piso.

Parodian el concepto postrock, estilo con el que muchas veces les han descrito.

-La única canción que no tiene letra es y está impregnada de un sentido biográfico. Siempre nos han atribuido ese estilo y ha llegado a ser una broma entre nosotros, por eso la titulamos así. No nos afecta ningún tipo de etiqueta, pero lo hemos oído tanto que queríamos hacer ese guiño. Todos tuvimos un comienzo mayormente instrumental, pero siempre nos ha gustado la voz. Eso, como todo, ha sido un proceso paulatino de ir incorporándola, cambiar el estilo de componer, asimilar que la voz es importante, que se puede decir algo importante, ser original... ¿Qué es lo que ocurre? Que después de sacar este disco hay críticas, conciertos y reseñas que nos anuncian como postrock. Como no se puede hacer nada, seguiremos riéndonos de ello.

¿Les molesta que se les siga preguntando por la etiqueta del postrock?

-No, es normal; la gente, ante tanta oferta, tiene que clasificar. Nosotros trabajamos con etiquetas para muchas cosas. No nos molesta nada. Tenemos tres álbumes y en todos hay voz, aunque sea mínima. Es cierto que, sobre todo al principio, fuimos por derroteros instrumentales. Con el tiempo hemos visto el panorama general y nos hemos dicho que hay que trabajar en el todo. Es importante una buena instrumentación, el trozo es importante, pero lo es también la estructura de la canción y si está equilibrada a nivel de elementos. En ese proceso llevamos años. Lo de la voz es la culminación de eso. Ha ido con cuentagotas pero hemos visto que lo teníamos que hacer y ahí ha habido un esfuerzo. Nuestro nuevo disco no es para nada postrock, en el sentido con el que se suele asociar el género. Es más dinámico, no tan anclado en un solo paisaje.

Hablaban de música emocional.

-Es lo que hacemos, música emocional con un toque rockero porque nos gusta la distorsión y manipularla, y también un punto goxo porque nos gusta hacer trozos melódicamente ricos. No sabemos si decir que somos rock emocional; da igual, que lo diga la gente. Como dijo Jagoba un día, más que postrock, nosotros hacemos , somos rock alegre mediante la actitud que mostramos.

¿Por qué?

-Muchas veces, en nuestra trayectoria, el estilo es importante, pero los componentes también. Por suerte, hemos tenido una carrera en la que, más allá del parón circunstancial, nos hemos caracterizado por ser gente sana, de fácil trato. Casi siempre estamos felices, no necesitamos mucho. Somos ese tipo de grupo que en su camino ha funcionado mucho por las amistades de volver a los sitios, siempre ofreciendo una sonrisa y una actitud antes que otra cosa. Eso te forma como banda.

Han grabado ‘Su hura’ con Eñaut Gaztañaga.

-Conocíamos a Eñaut con anterioridad. Tenemos muy buena relación con él, es una gran persona y un gran profesional. Las dos grabaciones anteriores las habíamos hecho dentro de ese ámbito de amistad. Y fue muy bien, estamos muy contentos con el resultado. Pero ha sido la experiencia de grabación 100% positiva a la hora de prepararlo, disfrutarlo, aprender, tener una interacción sana. Eñaut conocía el grupo y qué cosas pueden potenciar un trozo; ha sido como un quinto miembro. Ha sido la mezcla perfecta entre lo profesional que hay que ser, el material, el conocimiento y el aspecto humano necesario para motivarte. Ha sido una grabación brutal, a la altura del esfuerzo que ha habido en el proceso de creación; eso se nota.

Hoy tocarán en el festival Beratu de Oñati. ¿Cómo marcha la gira?

-Después de sacar el disco y de tocar los conciertos de invierno, hemos tomado la decisión de tocar menos, pero currárnoslo más. Llevamos mucho tiempo como grupo y siempre hemos estado activos y tocando mucho. Con hemos decidido hacer menos cosas, pero más chulas. Es algo muy subjetivo; cuando decimos esto hablamos de ir a sitios en los que no hemos estado. Eso no significa ir a conciertos más grandes, sino no caer en la inercia que es tocar en tu circuito todo el rato Como pseudometa nos hemos puesto tocar un concierto al mes; también nos hemos puesto a trabajar con Arkaitz Villar de Born To Bingo, una persona que nos conoce, con una red de contactos distinta a la nuestra y que consigue que nos programen en lugares nuevos, como el Beratu Jaialdia, con un cartel con grupos de aquí con los que normalmente no tocaríamos.

En mayo tocarán en Usopop, en Sara.

-En ese mismo sentido, el Usopop es un festival al que nosotros hemos solido asistir como fans y como voluntarios. Este año, que podamos tocar tiene una carga emocional bestial. En junio actuaremos en el festival en Dabadaba, que han organizado unos amigos. La gente desde fuera igual no lo ve, pero para nosotros son conciertos que tienen un plus.