donostia - A los refugiados, a los inmigrantes, se les trata como extraños, como los órganos trasplantados en el cuerpo que los acoge. Con ese paralelismo juega L’intrus, la nueva exposición de Tabakalera, en Donostia, en la que el arte se transmuta en un instrumento ético y de denuncia política.

Trece creadores internacionales participan en esta muestra colectiva, que se podrá visitar hasta el 3 de febrero y que es el resultado de la residencia de comisariado llevada a cabo por la escritora y comisaria francesa Natasha Marie Llorens en el Centro de Cultura Contemporánea durante 2017.

Llorens se ha apoyado en el ensayo L’intrus, en el que el filósofo galo Jean-Luc Nancy habla de su trasplante de corazón, para extender la metáfora del “intruso biológico” al “intruso social”, según explicó ayer la comisaria en la presentación de la exposición, en la que participaron la directora general de Tabakalera, Edurne Ormazabal, y la responsable cultural del centro, Ane Rodríguez.

Si para Nancy la intrusión comienza “con el alejamiento gradual de un corazón de su propio cuerpo físico”, para Llorens la de los refugiados, migrantes, trabajadores temporales o turistas empieza “con un alejamiento análogo dentro del cuerpo político”.

Ayman Alazraq y Emanuel Svedin, Nadia Barkate, Dages Juvelier Keates y Alexis Steeves, Anna Lopez Luna, Jumana Manna, Jon Otamendi, Shane Aslan Selzer y Chelsea Knight, Elizabeth Tubergen, Lara Tabet y Omar Mismar son los artistas que ha seleccionado Llorens para que ofrezcan sus puntos de vista sobre esos seres u objetos desconocidos que tomamos como extraños.

Intrusos que, para Jon Otamendi, no tienen por qué “venir de fuera”. “La extrañeza puede estar dentro del propio cuerpo”, señaló el creador vasco, que se encargará de clausurar la exposición en febrero con una performance titulada La palabra sucede.

Con otra, obra de las bailarinas Dages Juvelier Keates y Alexis Steeves, se inauguró ayer la muestra, a la que Llorens ha incorporado sendas piezas de dos artistas libaneses, Lara Tabet y Omar Mismar, para ampliar las perspectivas en un diálogo con los creadores norteamericanos y europeos involucrados también en esta propuesta.

Tabet ha trasladado a fotografías captadas en Beirut ideas inspiradas en la novela 2666 de Roberto Bolaño, en parte de la cual el escritor chileno aborda los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez (México), mientras que Mismar muestra en un vídeo a dos ciudadanos de la América profunda que dirigen una armería y a quienes ha filmado leyendo en voz alta partes del libro El concepto de lo político, de Carl Schmitt.

Las dos piezas quedan confrontadas en el interior de la instalación Title, dos esculturas simétricas que conforman una estructura arquitectónica construida con metal y lonas negras que ocupa la parte central de la sala.

A su alrededor, se exponen obras como las manos en acuarela de Nadia Barkate, pintadas a partir de un poema de Vicente Aleixandre, así como sendas piezas de vidrio, nudos, que la artista bilbaina ha trabajado en colaboración con un maestro artesano.

Jumana Manna exhibe, por su parte, sus jarrones-músculo de formas orgánicas, que remiten tanto a los antiguos ídolos de la fertilidad como a los cuerpos idealizados por la cultura contemporánea.

En ese mismo espacio se encuentra Wall One, un monolito sonoro que firman los nórdicos Ayman Alazraq y Emanuel Svedin, con cuyo contacto se sienten los latidos de corazones humanos.

En la sala que precede a la central, se pueden ver un vídeo de la artista barcelonesa Anna López Luna, fruto de una residencia en Argel, su primer contacto “con un contexto represivo de mucho control social”, donde descubrió que también existía “una revuelta subterránea”, la de mujeres, a las que grabó, que se manifiestan contra esa represión.

La otra cara es un vídeo titulado Lonely Planet que las estadounidenses Chelsea Knight y Shane Aslan Selzer realizaron en Costa Rica, en un road-trip en el que fueron tomando imágenes con el móvil sobre la marcha para establecer una relación entre el país y el turismo que recibe. - Efe