Fundido a negro en Kresala
el cineclub donostiarra celebra hoy su última proyección después de casi 40 años de buen cine
PARA los cinéfilos donostiarras, desde hace casi 40 años, los lunes no encerraban la misma dosis de desgana que para el resto de mortales. En la sala Kutxa de la calle Arrasate, su sede fija desde mediados de los 70, el cineclub Kresala expendía su receta: buen cine en buena compañía. Esta tarde, el fundido a negro llega al cineclub, al menos tal y como lo concibieron sus fundadores. Lo celebrarán con la proyección de la primera película de su historia, allá por octubre de 1972, Ensayo de un crimen, de Luis Buñuel, presentada por Jesús María Penilla, del cineclub de Tolosa. Y se homenajeará a quienes han hecho posible tantos buenos lunes, por amor al cine: Luis Bergua, Juan Berasategui, y Fernando Mikelajauregui. Del acto solo ha trascendido que habrá sorpresas y un brindis colectivo.
Kresala ha proyectado más de 1.000 películas. A algunas les dio suerte, como Bucarest. La memoria perdida, que ganó el Goya al mejor documental al día siguiente de ser proyectada en Donostia. Otras, como la bergmaniana Saraband, dejaron a gente fuera y obligaron a una reposición. Juan Miguel Perea, espectador en los 80 y miembro activo del cineclub desde hace más de 20 años, recuerda que el espacio se ha ido adaptando a la demanda del público, pasando del predominio de los clásicos, con ciclos dedicados a cineastas destacados, a priorizar los estrenos inéditos, lo que no llegaba a las salas comerciales. Para decretar su final, a los cambios de formatos, y de los modos de vivir, se han unido la situación personal de los directivos veteranos, que rondan los 70 años, y el hecho de que los dos últimos años "ha flojeado un poco el público hasta hacer dudar de la viabilidad", explica Perea. La entrada costaba cuatro euros y el alquiler de las películas, con variaciones según su soporte, asciende a los 500.
En un principio se pensó que aquí terminaba la película de Kresala. Pero como en los buenos filmes, el the end era un final abierto. Siete personas vinculadas al cineclub, entre ellos el propio Perea, le darán continuidad a la iniciativa, bajo otro nombre y algunos cambios que explicarán la segunda semana de enero.
foro de debate público "Se podía haber acabado, pero hubo interés suficiente", confirma Perea. Las proyecciones continuarán en la sede de siempre con una "programación semejante", en la que se incidirá en el concepto de "foro de debate público", con la presencia de los creadores en la sala para introducir su película.
Prueba de ello es que la película elegida para abrir la nueva etapa es La casa de mi padre, a cuya proyección asistirá su director, el donostiarra Gorka Merchán, que presentará y dirigirá el coloquio.
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