Síguenos en redes sociales:

El gen del talento

los predecesores de ignacio zuloaga fueron maestros damasquinadores, orfebres y ceramistas

EIBAR fue destruida en 1794 por el ataque de las tropas francesas. No parece un buen punto de partida para nada notable pero funcionó, inesperadamente, como germen de una saga talentosa de artistas. A causa del desastre, Ramón (1748-1868) y Blas (1782-1856), hijos de Manuel de Zuloaga y Olaso y de Mariana de Ubera y Sarasqueta, se trasladaron a la Corte española -reinaba entonces Carlos III- a trabajar como armeros, y sus empleos en palacio les dieron la oportunidad de estudiar obras de arte y "pasar de ser artesanos a ser artistas", refiere Ignacio Suárez-Zuloaga. El mecenazgo consecutivo de Fernando VII, Isabel II y Alfonso XII permitió a sus hijos y nietos aprender en los talleres de los mejores especialistas extranjeros, generando "once artistas: damasquinadores -el damasquinado es una técnica ornamental de incrustación de metales preciosos-, orfebres, ceramistas y pintores". La obra de cuatro de ellos, Eusebio (el hijo de Blas), Plácido (nieto de Blas por parte de padre y de Ramón por parte de madre), Daniel (hermano de Plácido por parte de padre) e Ignacio (su bisnieto), se puede visitar en museos "y palacios reales extranjeros".

"Actualmente solo se conoce un poco a Ignacio, casi nada de los demás", lamenta Suárez-Zuloaga, que se propone, a través del establecimiento de la Fundación en Euskadi, divulgar sus trayectorias. "Eusebio y Plácido promovieron la industria del damasquinado eibarrés, que durante algunas décadas convirtió a la villa armera en el centro líder en las artes decorativas europeas, dando trabajo a cientos de personas. Al morir Plácido Zuloaga en 1910, sus discípulos e imitadores no supieron mantener el nivel; algunos emigraron a Toledo, donde todavía se hace una versión barata para turistas", detalla.

El presidente de la fundación echa un falta un libro o documental sobre la vida y obra de los damasquinadores Zuloaga, "paradigma de vascos emprendedores e implicados con el desarrollo de su pueblo, no solo como artistas sino también como empresarios". Eusebio, en tiempos de Fernando VII, "y con solo 23 años", registró una de las primeras patentes de la historia de España, y fue uno de los primeros receptores de un premio internacional en la Exposición Universal de Londres de 1851. Compatibilizó su trabajo en la Real Armería con la creación de una fábrica de artes decorativas en Eibar.

Esa compañía la desarrolló su hijo Plácido, que fue condecorado por seis países y cosechó 32 medallas de oro en muestras internacionales. "Después de la II Guerra Carlista, Plácido tuvo el gesto de abrir su colección de arte a los alumnos de la escuela de dibujo de Eibar, para que las estudiaran y copiaran, contribuyendo a la formación de cientos de armeros y damasquinadores eibarreses, muchos de los cuales luego abrirían sus propios negocios", puntualiza.

Daniel Zuloaga, hijo de Eusebio, hermano de Plácido y tío de Ignacio, fue un afamado ceramista: en San Sebastián decoró el salón de sesiones del Palacio de la Diputación. La decoración de la fachada del Ministerio de Fomento y del Pabellón Velázquez del parque del Retiro figuran entre las mejores creaciones de Daniel Zuloaga, que fue profesor en la Escuela de Artes y Oficios.

¿e ignacio?

Gloria y omisión

"Entonces fue cuando conocí a Zuloaga... Llegaba de Roma, con el entusiasmo de sus apenas 20 años, alto, robusto, cuadrado como esos campesinos de su patria, y con un carácter entero, noble, de una sola pieza. Los hombres juzgábalos bandidos o grandes héroes, demonios o santas las mujeres; los cuadros eran para tirarlos al fuego o llevarlos al Louvre; al dar la mano, o daba el alma con ella, o recibía a los hombres sin una palabra de las que los hombres emplean de amanerada cortesía. Para él no existía la sonrisa; reía a carcajadas o cruzaba el entrecejo; en pintura fueron y son las medias tintas su continuado tormento; gritaba o callaba enteramente, ya que nunca amó la media voz...". Fue la impresión que dejó en Santiago Rusiñol el pintor vasco.

Suárez-Zuloaga destacaría "su papel de figura central en el ambiente cultural de su época". "Conoció a casi todos los personajes importantes y tuvo amistad con muchos de ellos. En París compartió taller con Gauguin, expuso en una galería con Van Gogh, fue uno de los escasos amigos de Degas, mantuvo una íntima amistad con Rodin, también compartió noches de bohemia con Toulouse-Lautrec y fue un temprano mentor de Pablo Picasso, que se dirigía a Zuloaga con el apelativo de maestro", sintetiza.

"Aquí se convirtió en el inspirador de los intelectuales de las generaciones del 98 y del 14, pintando cuadros que inspiraron sesudos ensayos acerca de la decadencia de España y de su necesidad de regeneración", completa su bisnieto, quien también valora su "extraordinaria" personalidad e independencia. "A pesar de convivir con las mayores revoluciones artísticas de la historia, se negó a seguir a grupos o movimientos; desarrolló y mantuvo un estilo propio que inspiró a artistas como los Zubiaurre, Gustavo de Maeztu o Gutierrez Solana, además de franceses y norteamericanos", apunta. En vida, Zuloaga cosechó "todos los reconocimientos internacionales posibles, premios y condecoraciones". "Alcanzó una notoriedad e influencia a nivel europeo sin precedentes", apostilla.

Sesenta y cinco años después de su muerte, su nombre, sin embargo, no es tan invocado. "Se me ocurren varios factores. En primero lugar, los valores estéticos en boga, que son opuestos a su arte potente y teatral". Su brillante antepasado "desarrolló un estilo que nunca estuvo al alcance de todas las sensibilidades; a los que gustan de la pintura fácil y decorativa les tiene que resultar muy difícil empatizar con su estética poderosa y comprometida". El presidente de la fundación alude a la falta de respaldo institucional: "Compárese el apoyo de la Comunidad Valenciana a Soro-lla con el que recibe Zuloaga en Euskadi", reprocha. Y hace autocrítica: "Un tercer factor sería nuestra incapacidad a la hora de atraer la atención de los investigadores y del público".