"Al principio mis canciones resultaron muy excéntricas para la gente euskaldun"
Tres décadas después de la publicación de su debut discográfico, Ruper Ordorika (Oñati, 1956), una de las voces más autorizadas de la canción euskaldun, se reencuentra con el ya mítico 'Hautsi da anphora', biblia del folk urbano poético aderezado con las letras de Bernardo Atxaga
Bilbao. "Treinta años ya... Suena a condena", responde con buen humor Ruper Ordorika, con motivo del trigésimo aniversario de la publicación de su primer álbum, Hautsi da anphora, que Elkar acaba de reeditar en formato de vinilo junto a otros trabajos clásicos de Mikel Laboa, Barricada, Kortatu, Cicatriz y La Polla Records. "Se suele decir que parece que fue ayer, pero no es así. Han pasado tantas cosas... El tango dice veinte años no es nada, pero treinta...", añade.
"Nos faltaba experiencia, pero le pusimos energía, actitud y, sobre todo, intención artística", recuerda Ordorika sobre el disco en esta entrevista, en la que repasa su gestación y cómo la vivió en el Bilbao de finales de los años 70 junto a Bernardo Atxaga, del papel que juega en el mundo musical euskaldun y de las relaciones entre España y Euskal Herria.
¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza al escuchar "Hautsi da anphora"?
La intención artística, sin duda. La falta de experiencia se superó con cantidad de energía y actitud. Los músicos, los textos… No faltan cosas disparatadas también... Casi todos los que estamos en el disco continuamos en la música y en la literatura. Es mucho decir.
¿La reedición en formato vinilo es una operación de Elkar o la avala usted? ¿Es defensor del formato?
Es una idea de Elkar, pero a mí me ha gustado, la verdad. Después de tantas reediciones en vinilo y CD parece que cobra sentido verlo de nuevo en el original. Mis cuatro primeros discos salieron en ese formato, conozco muy bien el sonido de las cintas y siempre lo he tratado de reproducir, aunque fuera en CD. Además, me alegro de que haya gente que se vuelva a interesar por el vinilo.
Cuéntenos cómo era Ruper en aquellos tiempos, cómo recuerda el contexto en el que se creó el disco y cómo vivió su génesis.
Yo estaba recién salido de la universidad... y de la mili, con el peso de quince meses de alto servicio a la patria: ¡Denigrante! Para mí fue una necesidad sacar aquellas canciones que había compuesto, y grabar el disco supuso una liberación.
¿Sin los textos de Atxaga habría sido otro disco? Usted tardó en lanzarse y atreverse con textos propios.
Siempre me ha gustado que cada disco tenga un ambiente especial. Pensé que basar íntegramente el disco en textos de Atxaga le daría ese carácter que buscaba. Por aquel entonces, sacábamos una especie de panfleto literario. Nos hacíamos llamar la banda Pott, y yo mantenía una relación muy estrecha con Bernardo. Nos reuníamos todas las semanas en Bilbao, con compañeros que con el tiempo han llegado a ser muy conocidos en el mundo de la literatura como Joseba Sarrionandia, Jose Mari Iturralde o Jon Juaristi. Mi disco debe mucho a esos encuentros. Con Pott editamos Etiopia, el primer libro de poemas de Atxaga, que inspiró todo el disco, y para mí es una obra crucial en la literatura vasca. Disco de paisajes, externos e internos, sin Bilbao, ciudad que se huele en muchos de los surcos del disco de vinilo, quizás tampoco habría sido igual. Desde la portada de Juan Carlos Eguillor hasta el último detalle del disco, todo tiene que ver con aquellos tiempos en Bilbao, tienes razón.
El disco sorprendió por su carácter novedoso. Se miraba en derredor y no se parecía a nada. O quizás a muchas cosas, pero a ninguna en concreto.
Hautsi da anphora fue recibido como una ruptura con lo anterior, en sonoridad, en textos y en interpretación. A mí me gusta pensar que esas canciones, a pesar de beber de otras fuentes en muchos casos, están enraizadas en una obra previa, la de los músicos vascos que me han precedido.
Logró juntar a un "supergrupo" para grabarlo, con artistas importantes en la historia del folk y rock vasco en formaciones como Hertzainak, Oskorri, Itoiz.. Sin olvidar al gran batería Ángel Celada. Y muchos daban también sus primeros pasos.
Traté de rodearme de los músicos que me gustaban, y con los que creía que podíamos funcionar juntos, aunque sus estilos fueran diversos. Esto se ha convertido en una constante en todos mis discos. Curiosamente, la mayoría de los músicos con los que grabé, era la primera vez que entraban en un estudio de grabación, lo mismo que yo. Es verdad que muchos de ellos posteriormente se integraron en grupos muy potentes como Orquesta Mondragón, Hertzainak, Potato… Bixente Martinez, Angel Celada, Jose Dufour, Olloki, Josu Zabala, Mixel Ducau... Creo que dimos con un sonido particular.
Musicalmente, es un disco entre lo acústico y lo eléctrico, la tradición euskaldun y las influencias exteriores. ¿Buscó que sonara así o era fruto de los discos y artistas que le gustaban?
Lo que yo trato es de plasmar lo que escucho en mi cabeza, y siempre he sido muy aficionado a la música. Esto me hacía ser muy consciente sobre todo de cómo no quería sonar.
Se podría hablar de maridaje entre la tradición y la búsqueda o la experimentación. No se ha desviado mucho de ese camino en estas tres décadas de trabajo, ¿no?
A mí me ha venido dada la idea de que tradición y vanguardia no tienen por qué estar reñidas.
Los artistas huyen de las etiquetas, pero en su día se habló de folk urbano para catalogar el disco.
Bueno, se habló de muchas cosas... y me parece bien. En un periódico fue votado el mejor disco del año por la crítica, pero al mismo tiempo aquellas canciones resultaban muy excéntricas para mucha gente euskaldun. Veníamos de años muy oscuros y mucha gente no tenía acceso a músicas diversas. Mis canciones y mi modo de cantar se les hacían muy raros. Las cosas no fueron en una sola dirección.
El álbum incluye varios temas clásicos. ¿Tiene alguna canción favorita en él?
No, no tengo favoritas. Hay gente para cada una de las canciones del disco, forofos de Fas fatum o Bertso berriak. De Hi hintzena o Herdoilarena. Y hasta de Sagarrondo bati seaska kanta. El tiempo ha hecho rodar mucho a estas canciones y sigo cantando algunas de ellas en directo, aunque en otras versiones, claro.
Una vez dijo usted que su generación todo lo hizo mal. ¿A qué se refería?
Lo digo en una canción, si. Con la libertad que te dan las letras de las canciones, se pueden decir esas cosas sin pretender ser exacto. Creo, efectivamente, que somos de la generación de la generosidad y el altruismo y, claro, siempre está el que espera para colarse entre las buenas intenciones de los demás y, al contrario que en las películas, acaba siendo el que más gana.
Si de algo puede vanagloriarse es de haber logrado una sonoridad poética y musical propia con los años. ¿Está de acuerdo? ¿Cómo se ve ese "paisaje artístico" personal desde "dentro"?
Para mí esto es un aprendizaje y voy a mi ritmo en la búsqueda de un territorio para mis canciones. Ya en este disco se pueden escuchar los tempos que me van, el gusto por los textos y un color en la instrumentación que guarda muchas afinidades con lo que hago actualmente. Las diferencias son también grandes, claro.
Alguna vez ha hablado de cierto sentimiento de frustración como vasco al sentirse obligado a justificarse cada vez que sale fuera. ¿Cómo se siente ahora y cómo ve el momento actual que vive Euskal Herria?
Bueno, lo llevo con deportividad. Hace unas semanas di un par de conciertos en Madrid y ese sentimiento no cambia. Hay que ofrecer una explicación extra muchas veces. Ahora bien, siempre te encuentras con gente que está por encima de las explicaciones y disfruta. Para mí es un privilegio dedicarme a la música y además escribir mis canciones en euskara. Dadas las circunstancias en Euskal Herria y en España, es del todo normal que los recelos estén ahí.
Se ha convertido en habitual recuperar para los conciertos la interpretación de discos completos. ¿Se lo ha planteado?
Pues sí que me plantearon en una ocasión hacer un concierto sobre el Hautsi da anphora íntegro, pero no lo acabo de ver. Está bien así. Todavía estoy con los de presentación de mi último disco.
Cuando editó el debut tenía varias referencias musicales euskaldunes, lideradas por Mikel Laboa. ¿Se siente usted ya, pasado el tiempo, como una de esas referencias para quienes empiezan?
He tenido la suerte de contar con unos referentes anteriores que han trabajado con mucho rigor y talento en el mundo de la canción popular vasca. Mikel Laboa es uno de ellos, un referente indiscutible. Yo recuerdo la canción vasca de aquellos años desde Bilbao como los años de Itoiz, Errobi, Txomin Artola... Se estaban dando ya cambios importantes en la música vasca con la creación de nuevas discográficas y nuevas emisoras.
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