El de ayer fue un día especial para mí, porque debutaba en la Itzulia y también por la hora en que competía, las dos de la tarde. Me levanté a las ocho, desayuné un poco y luego tuve que comer algo a las once, para poder haberlo digerido al tomar la salida. Un plato de arroz con tortilla ya me bastó antes de ir a Irun para reconocer el trazado de la contrarreloj. Lo completé solo dos veces a mediodía, creo que suficiente, porque pegaba un aire fuerte y se produjeron varias caídas. Vi a Tom Pidcock en el suelo y parecía que llevaba ya bastante tiempo ahí: tenía mala pinta la cosa... 

En lo que respecta a mi carrera, seguramente salí demasiado rápido, pero es que ese primer kilómetro te llevaba a ello. Estaba repleto de público animando y viví sensaciones nuevas para mí, porque, aunque ya había disputado bastantes pruebas como profesional, ninguna pertenecía al World Tour. Esto es otro mundo. Y encima en casa, escuchando “aupa Gorka” cada diez metros. Eso sí, ver no vi a nadie durante la crono. Sabía que familiares y amigos se habían acercado para apoyarme, pero bastante tenía yo con el esfuerzo que estaba haciendo. 

Luego, ya cuesta abajo, tocó tirar de precaución y no arriesgar en exceso. Había curvas abiertas que se podían coger a 80 kilómetros por hora y acoplado a la cabra, la bici de contrarreloj, pero yo las pillé agarrando el manillar de abajo. Pese a que el estreno era bonito y emotivo, mi Itzulia y la del equipo empieza hoy en realidad, con las etapas en línea, y no podía permitirme estropearlo yéndome al suelo el primer día. A partir de este martes en Iparralde, vamos a intentar ser protagonistas y dar visibilidad al maillot, cosa que no resultará sencilla con el nivelazo que hay en la lista de participantes. Bihar arte!