n ocasiones ocurren hechos extraordinarios que escapan, por inusitados, a la lógica y entran en el terreno de la creencia, la fe y lo sobrenatural. Gabriel García Márquez exploró el realismo mágico con Cien años de soledad. El realismo mágico responde a un movimiento literario y pictórico de mediados del siglo XX que muestra lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. Egan Bernal parece un personaje de Macondo, el pueblo que dibujó la imaginación de Gabo, también colombiano, para una de las obras cumbre de la literatura universal. El milagro de Bernal parece pertenecer a esa dimensión ajena al sentido común y a las leyes de la medicina, aunque se ve y se toca. El regreso del colombiano, de nuevo en la carretera para entrenar sobre la bici tras el espeluznante accidente que sufrió el pasado 24 de enero, cuando se empotró contra la parte trasera de un autobús a más de 60 kilómetros por hora mientras entrenaba, emparenta con el mundo de los prodigios. “El día más feliz de mi vida. Después de 20 huesos rotos aquí estoy y tengo ganas de más. Nos vemos en la carretera muchachos”, dijo el colombiano a través de su cuenta de Instagram para anunciar su retorno a los entrenamientos el pasado domingo. Bernal rueda. Gira la vida.

El retorno de Bernal, que ha colgado vídeos en los que se le ve rodando por la carretera, se antoja un hecho insólito. Solo así se puede entender que el colombiano esté pedaleando sobre el asfalto dos meses después de la terrible caída que sufrió y solo mes y medio más tarde de comenzar el proceso de rehabilitación. A consecuencia del choque, un impacto brutal que le pudo costar la vida, Bernal padeció la fractura del fémur y la rótula, además de contabilizar la rotura de once costillas y la perforación del pulmón, entre otras lesiones. También fue operado de la columna por la fractura de varias vértebras. Advirtió entonces Bernal en uno de sus mensajes que tuvo el 95% de posibilidades de quedar parapléjico debido a la gravedad de las lesiones.

El colombiano, campeón del Tour de 2019 y del Giro del pasado curso, permaneció dos semanas ingresado en la Clínica La Sabana una vez superados los peores momentos en la UCI. Fue dado de alta el pasado 6 de febrero 20 huesos rotos y varias cirugías después. Antes de abandonar el centro hospitalario, Bernal posó con el equipo médico multidisciplinar que le trató. Llamó la atención que el colombiano, que apareció con un collarín, fuera capaz de mantenerse en pie.

Instalado en el calor de su hogar, Bernal acometió el proceso de rehabilitación. Sus avances fueron significativos desde el primer momento. No tardó en asomar caminando con un collarín el 10 de febrero. Apenas cuatro días después de recibir el alta. Fueron sus primeros pasos. El comienzo. No cejó en su empeñó Bernal, que profundizó en la rehabilitación con sesiones de piscina, de fisioterapia y el empleo de alta tecnología. El colombiano fue quemando etapas y recuperando la sonrisa. El pasado 12 de marzo, hace dos semanas, Bernal informó sobre otro impulso en su proceso de regreso. Volvía a pedalear en una bici estática. Fue la antesala de su vuelta a los entrenamientos en la carretera. El domingo, 27 de marzo, se concretó el regreso de Bernal. La velocidad de recuperación de Bernal contrasta con otros procesos de rehabilitación, como el Chris Froome, que se estrelló contra un muro en la Dauphiné de 2019. El británico sufrió la fractura del fémur, entre otras lesiones. Desde entonces, Froome nunca ha podido mostrarse ni lejanamente al nivel que estuvo. Valverde también se fracturó la rótula en el Tour de 2017. El murciano necesitó seis meses para competir. Se desconoce cuándo se pondrá un dorsal el colombiano. Por si acaso, ya ha resucitado.