‘Okupas’ en GrosN.G.
Hay una parcela en el barrio de Gros, donde en su tiempo estuvo la iglesia de S. Pío X, que alberga en sus entrañas a una comunidad de okupas. En su día, hace más de un año, los supuestos okupas fueron desalojados, tras varios intentos fallidos, por parte de la Ertzaintza, con posterior cierre y enladrillado de las puertas, y las ventanas próximas al suelo; ya, pero aquellos okupas eran humanos, y no a los que me estoy refiriendo, que ejercían de tales desde antes que las monjitas dejaran el lugar. Para entonces, las monjas habían desocupado todo el edificio que está tras la iglesia y que había servido de residencia de estudiantes y trabajadoras, y con posterioridad a gentes del Proyecto Hombre. Y faltaba poco para que abandonasen su labor docente e incluso la pastoral en su iglesia; sí, pero las palomas para entonces ya encontraron el coladero para ponerse de okupas; sí, pero algunos vecinos lo observamos y fuimos a advertirlo al cura en varias ocasiones, quien siempre decía haberlo trasmitido.
Hace tiempo ya que las monjas optaron por la última tendencia eclesiástica en nuestro país: huir del lugar tras venderlo al mejor postor. ¡Hala, otra promoción en marcha! Más cemento y menos árboles. ¡Yupi, la pela es la pela! y esas cosas…
El caso es que ahí siguen las palomas. Los vecinos ya nos hemos dirigido al buzón del ciudadano del Ayuntamiento, ellos dicen haberlo notificado, reconocen que se trata de un problema sanitario, pero… ¡nada, aquí nadie se encarga! Hace unos días bien que se pasaron por el lugar un par de guardias, ya que unos operarios entraron en la finca con maquinaria y con pintas de hacer unas catas (o prospecciones petrolíferas, vaya usted a saber), pero de las asquerosas palomas, ¡rien de rien!
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Para completar el sainete, a una vecina del lugar le dio hace ya unos años por dar de comer a las ratas aladas, pobres criaturas de Dios, ellas, que en cuanto la ven aparecer en la calle revolotean a su alrededor haciéndole la ola; y ella, pobre diabla, ni entiende la inquina de los vecinos ni se da por aludida; ella, a lo suyo...
Hasta que alguien se encargue, o eso queremos esperar algunos. A ver si alguien del Ayuntamiento (tampoco es preciso que sea el alcalde, bastaría con que algún empleado se ocupase, pero de verdad) obliga a quien tenga la llave de la única puerta que dejaron como cierre de la iglesia y del edificio entero, venga y se encargue; y, ya de paso, a ver si un guardia se pasa cualquier mañana por el lugar y observa el prodigio de la buena de Isabelita con las palomitas de marras, para decirle que eso que hace es muy feo, que hay una normativa municipal al respecto, que si multa, que si tal.