En su Carta de las Naciones se recoge el siguiente propósito: “Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz”.
En resumen, que se propone la utilización medios pacíficos para solucionar conflictos internacionales que puedan conducir a quebrantamientos de la paz. Esto se planteaba en verano del año 1945 al terminar la Conferencia de las Naciones Unidas y fue firmada por los 51 componentes en aquellas fechas y ratificada por los que se han ido incorporando a la organización, hasta superar la cantidad de 190 en la actualidad. Como se ve, la mayoría de las naciones de este mundo apoyan este “maravilloso” propósito, pero después de 79 años de su firma no podemos decir que haya tenido mucha efectividad viendo los conflictos que tiene este mundo en la actualidad. Sin minusvalorar al resto de los pueblos que también están sufriendo guerras nos centraremos en el conflicto palestino-israelí que nos ofrece la posibilidad de tomar medidas colectivas eficaces para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz. Le propongo las siguientes:
1.- Eliminación del derecho de veto. Primero, porque como se recoge en la Carta “la Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus Miembros”; segundo, porque ese derecho va contra los principios democráticos del respeto a la opinión de la mayoría; y tercero, porque impide la implantación de medidas necesarias para conseguir la paz.
2.- Utilizar los recursos de la organización, a ser posible con personal de las naciones que apoyan a Israel en este conflicto, para poner en marcha la ayuda humanitaria dirigida al pueblo palestino. Esperemos que el personal no rechace la posibilidad de participar en la ayuda humanitaria y que Israel no ataque al personal de esas naciones que le apoyan.
3.- Obligar a las dos partes en el conflicto a que acaten las resoluciones adoptadas por la Organización, ya que han aceptado que los Miembros de la Organización, “a fin de asegurarse los derechos y beneficios inherentes a su condición de tales, cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con esta Carta” y “ arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia”.
Habrá naciones que se opongan a esas medidas u otras similares argumentando que Israel tiene derecho a defenderse. A nadie se le puede negar ese derecho, y por lo tanto, tampoco a los palestinos. Por ese motivo, tanto esas naciones como el resto de la ONU deberían priorizar el uso del diálogo y la negociación excluyendo el uso de las armas para solucionar el conflicto, tal y como se recoge en la Carta que firmaron al ingresar en la Organización.
La ONU debe hacerse respetar porque en caso contrario no tendrá ningún sentido su existencia.
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