Desde hace años, en los arcenes y bordes de la carretera NA-121- A, pueden verse botellas (de las de 1,5 litros, originalmente para agua), rellenas en parte por un sospechoso líquido parecido a la cerveza.
Según comentan los vecinos de la zona, las arrojan algunos camioneros, que utilizan las botellas vacías para orinar y no perder tiempo parando su vehículo. Ahora, con el desvío por el puerto de Belate, el problema se agravará, apareciendo en el bosque restos de este tipo, en lugares con pendiente, lo que dificultará su retirada.
Con el tiempo (y es de suponer que debido también a la acción del dorado líquido), el plástico se degradarán, produciendo microplásticos.
Hay ciudades de otros países que analizan las cacas de los perros en las calles, para hacer análisis de ADN y sancionar a sus dueños.
Una posible opción para este caso es la de actuar igual, multando a los autores de los hechos, a los que arrojen las botellas. Pero lo más sencillo sería que, en vez de arrojar las botellas al campo, al llegar a su punto de destino reciclaran adecuadamente sus componentes.