El sainete francés

Visto desde fuera, el momento actual de Francia es de sainete, si no fuera porque se trata de la Grandeur de la France, que más parece una torre de naipes que se deshace. En la política, que da mucho haciendo poco, hijas, sobrinas nietas de Le Pen, el fascista de libro francés, se quieren apiñar y andan a ver quién se lleva mayor tajada del invento familiar del abuelo. De traca. Ahora que ven más cerca la herencia de ideas. En los pueblos pequeños constatan una vez más que el gran París y su grandeza (ahora toca los Juegos Olímpicos) no les hace ni puñetero caso, y no les bajan los impuestos para el gasoil del tractor. Pero alguien tiene que pagar el tinglado olímpico y otras hierbas. Y la izquierda quiere montar un nuevo frente popular. Los Republicanos han despedido al presidente de su partido, porque quiere aliarse con la ultraderecha. La revolución en Francia la hacen los burgueses y el espectáculo ha empezado. Esperemos que las guillotinas se hayan oxidado. A Macron, que presume de haber estudiado a Hegel, y no sé si lo ha entendido bien, se le derrite el azucarillo del partido que fundó para unir a los de centro, que ahora va más hacia la derecha o a la izquierda; no lo sabremos hasta después de las elecciones, pero lo que es seguro, es que se ha quedado en bragas o se va a quedar, aunque seguirá siendo el Presidente de la Igualdad, Libertad y Fraternidad. Amén.