Pienso que la aportación de la Iglesia navarra, a través de la Historia, a favor del euskera, ha sido positiva. Nombro algunos sacerdotes que de forma especial dedicaron un interés importante a nuestra lengua: Axular, Jon Leizarraga, Etxepare, los hermanos Urtasun de Cildoz, Joaquín Lizarraga (párroco de Elcano), Juan de Beriain (abad de Uterga), Blas Fagoaga…. Muchos curas más, de manera callada, han fomentado y mantenido el euskera con sus sermones y catequesis en los pueblos de Navarra. 

En el siglo XVII, los vicarios de las cuatro parroquias de Pamplona afirmaban que los sacerdotes debían hablar euskera para las ceremonias sacramentales, y sobre todo en la penitencia. Estaba en juego nada menos que la salvación eterna. Había feligreses que eran monolingües, sobre todo las mujeres, porque ellas participaban menos en la vida social, pongo un ejemplo: las mujeres del pueblo de Eraul no hablaban castellano, pero sí los hombres porque ellos los jueves acudían al mercado de Estella para vender sus animales o productos agrícolas y lo hacían en lengua castellana. Juan de Arregi, párroco de San Cernin, afirmaba: “La lengua vasca es la natural y materna de la ciudad”. Y decía también que a los sermones acudían doble de feligreses si eran en vasco que si eran en romance. Infinidad de pleitos en los que el pueblo exigía que sus sacerdotes dominaran la lengua vasca. Lo mismo venía a suceder en todos los pueblos de Navarra. El euskera era, pues, imprescindible para que se les abriesen las puertas del cielo y no las del infierno. Además, era para toda la eternidad. Pues sí, los tiempos cambian una barbaridad.

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