En defensa de un modelo de ciudad mucho más justo y amable para la ciudadanía hay que entender los barrios como forma de organización de la ciudad, por eso en el año 2014 junto a diferentes compañeros y compañeras me opuse firmemente a aquel reglamento de distritos aprobado por los grupos políticos municipales (PSE-EE, PP y PNV).
Un reglamento que dividía de una forma antinatural e incomprensible, rompiendo geográficamente los núcleos lógicos de convivencia de los y las donostiarras en cuatro distritos, cosiendo en una misma entidad barrios tan dispares como Parte Zaharra y Martutene.
Tal vez por eso, tres de los cuatro distritos no se han puesto en marcha. Es cierto, y lógicamente defendible como así se ha reivindicado por diferentes agentes, que en el caso del Distrito Este, debería contar con fórmulas descentralizadoras, como han existido reivindicaciones y figuras semejantes en otras zonas de la ciudad a lo largo de la historia. Si esto es cierto, no es menos cierto que desde la puesta en marcha del Distrito Este, hemos visto cómo desde diferentes grupos han denunciado que su propio funcionamiento se ha convertido en un querer y no poder, entre otras cosas, porque el funcionamiento no ha sido operativo, ni ha existido la potestad de gestionar directamente el presupuesto que se le ha asignado.
La falta de participación o la elección de la propia junta también debe ser corregida. Errores del pasado, donde se plasmaron dos posturas, el de la participación ciudadana bajo el modelo Auzoak eta Herriak propuesto por Bildu, y el que unió en un último suspiro tras mantener muchas diferencias a PSE-EE, PP y PNV. Si fue incomprensible aquella ordenanza, va llegando el momento de que los grupos políticos municipales se sienten en torno a una mesa (una comisión no permanente, por ejemplo) y realicen un debate serio y sincero sobre el modelo participativo de la ciudad, y los propios reglamentos y ordenanzas de las que va a dotar a la ciudadanía, también en el Distrito Este.
A esto no ayudan ruedas de prensa irresponsables, ni acusaciones de “fraude electoral”, pese a existir claras deficiencias en el reglamento, que además por paradojas del destino han hecho perder representación al actual Gobierno Municipal (PNV y PSE-EE).
Es hora de poner encima de la mesa las carencias y buscar alternativas, poner la política al servicio del bien común de la ciudadanía, acercándola a la administración y a la toma de decisiones. Fortalecer el propio tejido asociativo del entorno, buscando fórmulas naturales de descentralización, acercando el Ayuntamiento al donostiarra, poniendo en marcha procesos participativos de toma de decisiones, pasando de la deliberación a la toma de decisiones y sobre todo trabajando para dar una solución a las necesidades actuales.
Soy consciente que el camino no es sencillo, pero si la voluntad es positiva, en esto como en todo, el consenso es posible.
