Actualmente, sólo un 28% de los jóvenes de 16 a 30 años leen los periódicos, según un estudio de la Universitat Jaume I de Castellón. Este dato provoca una intrigante pregunta: ¿es este acto una señal de autocuidado o un gesto de indiferencia hacia la realidad que nos rodea? Si bien algunos tachan esta tendencia como pasotismo, yo, como joven, defiendo que esta desconexión es, en su mayoría, un acto de autoprotección ante una gran mayoría de noticias negativas. Desde conflictos en Gaza hasta tiroteos en Estados Unidos, pasando por las continuas disputas políticas y la creciente inflación, las noticias pueden ser una montaña de preocupaciones. Así pues, la desconexión, en su esencia, nos sirve a los jóvenes como un refugio donde cuidar nuestra salud mental. No obstante, mi consejo es que tenemos que ser cuidadosos para no caer en la indiferencia total. En lugar de renunciar al conocimiento, deberíamos emplear esta desconexión como un llamado a una participación más consciente y equilibrada en el mundo que nos rodea. Por último, deberíamos encontrar el equilibrio entre el autocuidado y la responsabilidad. Este creo que es el real desafío de nuestra generación que define esta era de la información triste.
