Recuerdo de niño como existió un periódico-semanario El Caso (1952-1997), que traía noticias oscuras, tétricas y de sucesos espeluznantes. Los entrados en años lo recordaremos. No sé por qué, pero siempre nos fijamos más en lo negativo que en lo positivo. Reconozco que hay noticias, no sé si buenas o malas, sólo hay noticias. Conocerlas te ayudan a luchar, a reflexionar, a mejorar, a vivir, a denunciar. La única mala noticia sería cerrar los ojos a la realidad. Además, estoy seguro que se producen en el mundo y en nuestra tierra más acontecimientos positivos que negativos. Afortunadamente, el voluntariado no ha muerto, nuestros centros de jubilados siguen funcionando, nuestros chavales –aunque con grandes dificultades estructurales– siguen practicando el deporte. Es bueno aprender a leer entre líneas, a leer lo que no está escrito, porque gestos solidarios existen y están en la misma noticia. Aunque uno conozca todo lo negativo de la sociedad, siempre hay un espacio para la esperanza y la alegría. Leo de vez en cuando los blogs de algunos misioneros y misioneras que viven por Centroamérica o África –además recuerdo a algunos amigos y amigas misioneras– que te cuentan la dura realidad que allí se vive con palabras que nunca trasmiten depresión sino esperanza. Y hasta alegría por los pequeños logros conseguidos. El derecho a la alegría y a la justicia social.
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