En los últimos años el patinete eléctrico se ha convertido en una de las opciones más utilizadas para moverse por ciudad, y esto se debe, en parte, a que no es necesario disponer de un permiso de circulación especial para la conducción de este medio de movilidad personal. Desde el punto de vista de la seguridad, el uso imprudente que algunos usuarios están haciendo de los patinetes eléctricos está generando situaciones peligrosas para ellos, los peatones y los conductores de otros vehículos que conviven a diario en la vía pública. Las obligaciones y prohibiciones establecidas para este tipo de medio de locomoción, como el circular a una velocidad máxima de 25 km/h, nunca por zonas peatonales y siempre por ciudad, no se están cumpliendo en la mayoría de los casos, y la falta de vigilancia y control a este respecto es más que evidente. Desgraciadamente, a diario observamos cómo este tipo de vehículos pone en riesgo a los viandantes al ser adelantados a alta velocidad por las aceras, o que un gran número de sus usuarios no hacen uso del casco, que otros se aíslan acústicamente utilizando auriculares para escuchar música, algunos incluso aprovechan para llevar a otra persona de paquete, hasta los hay que han trucado el aparato para superar la velocidad máxima permitida, y por supuesto, una mayoría no respeta ni las señales de tráfico, ni los semáforos. ¿Qué pasa entonces?, ¿vale todo? Diferentes estudios demuestran que es más peligroso este medio de transporte que otras alternativas como la scooter convencional, y que en caso de accidente, puede provocar a sus usuarios lesiones físicas graves, debido a que carece de medidas de seguridad activas y pasivas. Está claro que urge resolver este problema, aunque eso suponga una revisión de la normativa vigente, el incremento de la vigilancia y control en la vía urbana y la obligación de llevar un equipamiento apropiado, incluido el casco reglamentario. Se supone que las normas son para todos y que están para cumplirlas, sin embargo, la realidad es bien distinta y la sensación generalizada es que esto, de seguir así, va a empeorar. Fomentar el conocimiento de la normativa con una formación obligatoria sobre las normas de circulación, y hacer una campaña específica de sensibilización podría ser un buen punto de partida. Si las administraciones no toman pronto cartas en el asunto, el incremento del índice de siniestros provocados por los patinetes eléctricos va a ir en aumento, debido, sobre todo, a que estamos hablando de un medio de movilidad personal, que por ser económico, ligero y práctico para los desplazamientos cortos, resulta cada vez más atractivo y continúa ganando adeptos. Por el bien de todos, es hora de coger el toro por los cuernos y enfrentarse al problema sin mayor dilación o el patinazo está garantizado.

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