Estoy estudiando y trabajando en Bélgica. Tengo que hacer un trámite en la Seguridad Social. Me informo sobre cómo funciona. Hay un único número de teléfono donde te atienden, y sólo si es realmente necesario te dan cita presencial. Me armo de paciencia porque antes de venirme a Bélgica, la última vez que tuve que ir a la Seguridad Social tardé 49 llamadas en ser atendido. Llamo. “Wil je doorgaan in het Nederlands, druk dan op 1. Pour continuer en français, appuyez sur 2. Wenn Sie auf Deutsch fortfahren möchten, drücken Sie 3”. Aunque sólo se hablen en una parte del país, todas las lenguas tienen el mismo trato. Pulso 2. El contestador automático me va haciendo preguntas para saber qué necesito. Al final me dice que el tiempo de espera es alto. A los dos minutos una señora contesta. Le cuento mi situación. Me explica que tengo que hacer tal declaración y me va nombrando uno por uno los documentos que tengo que enviar, asegurándose de que le he entendido bien y respondiendo a todas mis dudas. Le doy las gracias y cuelgo. Mando los documentos por correo electrónico. Trámite finalizado. Dejo el análisis y las conclusiones para el lector.