A Etxerat
Quién me lo iba a decir, resulta que coincido en algo con ustedes. La memoria acerca de más de medio siglo de sufrimiento sigue incompleta, por supuesto que sí: 379 asesinatos cometidos por sus familiares siguen sin resolverse de un total de unos 854 que fueron dispersados de sus familias para siempre y apartados de la vida. No basta una declaración de respeto y empatía sino una condena sin paliativos del terrorismo al que definen como “una expresión de violencia”. Resulta cínico, obsceno e insultante ese lenguaje aséptico y hueco plagado de eufemismos; tengan el coraje de hablar claro. Reclaman reconocimiento y reparación para 16 fallecidos en accidentes de tráfico que sinceramente lamento. Al volante atención constante, tanto en un trayecto largo como en uno corto. Pregunta: ¿A partir de cuántos kilómetros un accidente de tráfico se considera una conculcación de derechos y un acto de venganza? ¿Cómo califican un accidente digamos, desde Hernani a la penitenciaría de Martutene o viceversa de tan sólo 7 kilómetros? Los familiares de las víctimas del terrorismo son al parecer gente afortunada: visitan a sus familiares caminando al cementerio del pueblo o yendo al salón de casa para ver la foto del occiso junto a la urna conteniendo sus cenizas. Coincido también en que “conviene no perder de vista el pasado”. Las víctimas del terrorismo ejecutado por sus allegados conservan también la fotografía en blanco y negro como ustedes pero además también en rojo de la sangre vertida por a quienes ustedes llevan su amor. Otros también llevan su amor a los suyos pero no físicamente. Por último, con el debido respeto, no olviden que el cinismo es un escudo para poder hacer o decir cosas vergonzosas y Etxerat se resguarda tras él. Confío en que puedan leer estas reflexiones.