Es triste, duro y doloroso tener que reconocer que la persona a la que debes todo ha perdido las capacidades que le permiten vivir autónomamente, y que por las circunstancias familiares de uno mismo y para su mayor seguridad te ves obligado a ingresarla en una residencia de ancianos.

Desde su ingreso en 2019 en la residencia de ancianos Yurreamendi (Tolosa) actualmente dependiente de Kabia, organismo dependiente de Diputación Foral de Guipúzcoa, hemos sufrido durante la pandemia: incertidumbre, aislamiento, restricciones de acceso, explicaciones exprés, informaciones que se limitaban a la colocación en la puerta del Centro del correspondiente BOPV, con la última ordenanza al respecto, avisos de dessectorización sin fecha. Todo esto acompañado de un conflicto laboral dentro del personal de la residencia donde entre sus reclamaciones estaba el aumento de personal y de medios.

Lamentablemente tras la pandemia vemos como algunos de los problemas que ya existían anteriormente persisten e incluso aumentan: -Falta de información a residentes y familiares por parte de la institución.

  • Falta de personal (ejemplo: ratios de 28 residentes dependientes severos para dos auxiliares). -Una escasa y limitada gestión del ocio y tiempo libre. -Falta de responsable de planta por las tardes a la que poder dirigirse los familiares.
  • Cambios de personal continuo, perdiéndose la familiaridad en el trato con el personal, e incluso sufrir el estrés del personal por los cambios, y fricciones entre plantillas de diferente procedencia.
  • Instalaciones infrautilizadas y en algún caso deterioradas y peligrosas.
  • Encuestas a los residentes y familiares, sin conclusiones conocidas por parte de los interesados.

Nuestros familiares sufren estas condiciones y son la parte más débil. No es lógico como ejemplo que en ocasiones que se solicita algún tipo de ayuda (WC) para nuestro familiar, la respuesta sea ¡No llegamos! ¡No llegamos!

Llama la atención como el volumen de personal es mucho mayor por las mañanas, entendible por las higienes que requieren nuestros familiares, y en cambio por las tardes vemos a parte de los residentes solos por los pasillos, o en sus salas correspondientes dormitando delante de la TV, y una mínima parte de ellos ocupados en actividades (pintura, bingo etc.). En definitiva, está limitada gestión del ocio conlleva graves consecuencias para el bienestar de nuestros mayores: aburrimiento, pérdida cognitiva y física, frustración, aislamiento, soledad, conductas disruptivas...

Como familiar de residente, entiendo que todo recurso es limitado, pero a pesar de tanto protocolo, estudio, estadística y planes institucionales que se muestran con gran pomposidad y más en época electoral como la actual, únicamente pido a los responsables de Kabia un poco más de empatía y responsabilidad con la situación de nuestros mayores y su buen cuidado. Atentamente, un familiar preocupado.

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