Ante el mundo del cáncer, al final, llegas a la conclusión que aunque se hayan hecho grandes avances médicos, todavía queda mucho camino por recorrer. La clave es no rendirnos y seguir luchando médica y emocionalmente, y así venceremos al cáncer. Afortunadamente la moderna medicina ha avanzado mucho, gracias a la ciencia, la técnica y la consecuente profesionalización y especialización de la clase médica. Pero junto a todo esto es importante el trato personalizado, respetuoso, afectivo a cada enfermo. Y curar a un enfermo no solo significa prescribirle la medicina idónea, también es menester darle tiempo, simpatía, respeto, dedicación: todo esto significa darle calor humano. Necesitamos una empatía social ante esta realidad. El cáncer es un problema de una gran emergencia social impresionante y constante. Más esfuerzo y más inversión en la lucha contra el cáncer. Es importante que los tratamientos sean más generalistas, que estén más al alcance de todos. Sin lugar a dudas, el cáncer es una emergencia de primer orden. Reconocer que el dolor, asumido con serenidad y paz, posee una gran fuerza humanizadora. En todo esto, el calor humano, el trato personalizado y personalizante es necesario –es imprescindible yo diría– para que un enfermo no solo obtenga su diagnóstico, sino también su curación, si es posible. De nada vale el diagnóstico sin la curación. Un fuerte aplauso a todo el mundo sanitario. Gracias por estar ahí.

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