Recuerdo que hace un tiempo un viñatero nos comento lo siguiente: "La vida es como un vino de alto precio, debe ser saboreado, sorbo a sorbo, y no podemos engullirla como si fuera agua". Creo que un Viña Ardanza o un Vega Sicilia no se beben como quien bebe un agua mineral. Así, la vida es un don extraordinario que debemos saber degustar sorbo a sorbo, como quien bebe un vino de alta calidad. La vida, a pesar de las penalidades que entraña, y que a veces no son pocas, es un Vega Sicilia de enorme calidad y precio que debe ser saboreado pausadamente, con oportunas interrupciones, sorbo a sorbo. Es importante saborear la vida, es decir, la naturaleza, la amistad, el diálogo, el arte, la lectura, la comida, etc. El sabio no pasa simplemente por la vida, sino que la degusta, la saborea y sobre todo la sabe compartir con los amigos en un clima sosegado y pacífico. Saborear y sabio tienen la misma raíz etimológica: es la sapientia latina que tan beneficiosa resulta para el ser humano, porque le proporciona serenidad y profundidad interior. Se suele decir que un 40% de la población se moviliza en verano. Sin lugar a dudas el descanso, el romper la rutina es una necesidad. Pero me gustaría que fuera la oportunidad de encontrarse a nosotros mismos, de encontrar a los demás y de encontrarse con la naturaleza y hasta con el más allá. Entiendo que las vacaciones hay que recibirlas con gratitud, porque son fruto de nuestro esfuerzo y también lo son del trabajo ajeno. Hay que ocuparlas sabiamente. Y hay que volver mejores de lo que nos fuimos, porque si volviéramos de las vacaciones más cansados de lo que estábamos al salir de casa, serían un tiempo absurdo y perdido. Además necesitamos de menos fanatismo, encrespamiento y más respeto, tolerancia y positividad, menos suciedad y más colaboración.
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