Esa es la velocidad a la que crece la población humana en este planeta llamado Tierra: 10.000 personas netas por hora de nacimientos descontados defunciones. Prácticamente son la población de dos Gipuzkoas cada semana y de dos Españas cada año, total 84 millones de habitantes más que el año anterior en el planeta. 84 millones de humanos más que necesitarán comida, ropa, casa, alimentos, energía, educación, sanidad, trabajo y alguna alegría de vez en cuando. Si antes de nacer estos nuevos habitantes supieran, que se encontrarán en el planeta con poderosos dictadores criminales y asesinos, quizás renunciasen a nacer. Pero no hay tal opción. Solo la pelea por un mundo mejor ante un futuro incierto. El futuro incierto ya lo ha sido siempre para los humanos: en la Prehistoria, en la Edad Media y ahora. Siempre, aunque nos cueste tanto aprender del pasado. Tenemos que mejorar nuestras individuales visiones cósmicas, medio ambientales, religiosas, económicas, democráticas y políticas. Tenemos muchas tareas por hacer y, según los datos demográficos, cada día somos más para pelear en ellas. Siendo diversos y distintos, necesitamos más consensos y menos guerras en todos los ámbitos. Menos orgullos banales y más humildades en los comportamientos.