Una guerra nuclear no sería el fin de la humanidad y la inhabitabilidad de la Tierra, pero si de una gran parte de ella. De los territorios donde hay reactores y/o instalaciones nucleares. Las bombas atómicas matan pero no dejan el territorio inhabitable, casos de Hiroshima y Nagasaki. Pero si un reactor, cementerio u otra instalación nuclear, es atacado, la catástrofe sería inconmensurable. Un amplio territorio quedaría contaminado de residuos radiactivos e inhabitable durante milenios (el Pu 239 es de un período de semidesintegración de 24.131 años). En el mundo hay 443 reactores nucleares industriales en operación, y 54 en construcción, aparte de los 154 reactores inactivos, y los reactores militares, experimentales y de investigación, y los cementerios de residuos radiactivos, y las plantas de reprocesamiento, y las plantas de enriquecimiento de uranio, y las bombas atómicas almacenadas, y los silos de armas nucleares, y los misiles nucleares, y los submarinos nucleares. Todo un mundo nuclear. El fin de la humanidad, de parte de ella, y la inhabitabilidad de parte de la Tierra, va a venir a consecuencia de lo nuclear. Y no por el cambio climático. Con razón nos oponíamos a Lemoniz.