Todos los poderes político-económicos han estado trece años, desde 2008, pasmados ante la crisis financiera global derivada de la super burbuja inmobiliaria y la invención de los activos tóxicos.En este largo tiempo, ningún político se ha atrevido a meterle mano al intocable neoliberalismo de Friedman, Thatcher, Reagan, etc., que ya había agotado todos sus teóricos beneficios sociales en un mundo monopolizado por el capitalismo.El anuncio del gobierno americano de proponer un Impuesto de Sociedades unificado al 21%,es un buen paso para adecuar el capitalismo neoliberal a la realidad de una humanidad internacional. La UE y los 37 países de la OCDE - el 65% de la economía mundial- apoyan el posible consenso sobre esta medida, pese a que merma el egoísmo y la avaricia de Suiza, Inglaterra, EEUU, Holanda, Irlanda y un centenar de paraísos fiscales dispersos por el planeta.Es bueno, pues, que parte de los beneficios de las empresas reviertan en quienes los producen, vía impuestos. Esperemos que más adelante los políticos de las nuevas generaciones digitalizadas asuman las tareas necesarias para que, por lo menos, una parte de la propiedad revierta también en quienes generan la riqueza real, y permitan participar en las decisiones de inversión y aplicación de resultados de las multinacionales y empresas, aminorando el actual monopolio de las grandes fortunas y de los fondos de inversión sin alma.