Han pasado diecisiete años desde su muerte y, sin embargo, parece que fue ayer. Luchador antifranquista-cinco años le contemplan en la cárcel-, junto a, entre otros, Marcelino Camacho, fundador de Comisiones Obreras, que no escatimó esfuerzos en aras de la libertad y la democracia, para acabar siendo asesinado, eso sí con una bolsa con ocho periódicos entre sus manos, un lluvioso domingo de 2000 a manos de un pistolero de ETA.

Su legado, su categoría humana y su dignidad frente a otros que in illo tempore, o bien miraban hacia otro lado, cuando no jaleaban canalladas como la que estoy refiriendo, permanecerán siempre entre nosotros, así como su patética, aseveración, que refleja como un perfecto tratado los últimos 50 años en Euskadi: “Franco me trató mejor que los incendiarios; me condenó a cinco años de cárcel, pero jamás se ensañó con mi familia”. ¡Nunca te olvidaremos, José Luis!