... Y justicia para todos
La constitución de los EEUU es homenajeada en los grandes acontecimientos con la promesa de lealtad, cuya formulación termina con la expresión "y justicia para todos". Ello dio lugar, incluso, a una película del mismo título en 1979 de Norman Jewison. Se establecieron algunas cautelas para las figuras del presidente, vicepresidente y determinados jueces, para que en un juego torticero no fueran alterados en su independencia. Pero si nos acordamos de Richard Nixon, nadie es inmune al peso de la ley. Hemos llegado a una situación en la que se habla de inviolabilidades, inmunidades, aforamientos, vamos que justiciables normales quedamos media docena. Existe una institución de carácter extraordinario dentro de la legislación que es el indulto. El Gobierno en funciones, indulta a un penado por el Tribunal Supremo, que ha ejercido todos los altos cargos en la banca y es estratosféricamente remunerado. Vista su opulenta lozanía no acierto a atisbar razón humanitaria alguna. Vuelve la ciudadanía a aquella vieja cuestión de la delincuencia de cuello blanco. ¿Dónde está el Estado de Derecho? ¿Es forma o sustancia? Nada mejor garantía que el juez natural de formación, concurso y mérito. Recuerdo a aquel dictador al que un rival intentó dar un golpe de estado; intervino en televisión en el noticiario nocturno: "Ese huevón, coño de madre, ha sido detenido, será juzgado dentro de una hora con todas las garantías constitucionales y fusilado al amanecer". La cosa va por ese camino.
Carlos Matellanes