Valga la redundancia
Seis de la mañana. Ya es domingo, 11 de julio. Amaneciendo, esas horas donde la luz empieza a deshacer las sombras y todo lo que vemos se nos hace conocido. Una parte de la ciudad se va despertando, otra se quiere ir a dormir. Todo parece en calma y nada augura que tras una esquina la luz se torne de repente en repugnancia y dolor. Una mujer está siendo violada en ese mismo instante en que la mañana se revuelve perezosa. Una joven está muerta de miedo dentro de un portal en Getxo.
Vuelven a hacernos daño a las mujeres, vuelven a agredirnos, vuelven a reaparecer de la espesura atávica los hombres que nos odian, para obligarnos a tener que soportar el sudor grasiento de su animal en celo, de su poder?Y vuelven y regresan para condenarnos al miedo.
Pero la lucha de las mujeres va más allá de ese victimismo en el que quieren encerrarnos. No dejaremos las barricadas hasta que nuestro derecho a la libertad se conjugue en presente y en futuro a la vez.
Y valga la redundancia: ¡No hay derecho, estamos hartas!