Desde hace un tiempo, debido al egocentrismo, egoísmo individual, acceso al dinero, la fama, fotografía? se ha transformado la afición por la montaña.
La diferencia está en que en un tiempo se trabajaba meticulosamente en el cómo y la forma de subir, el posible costo de una vida no era admisible de ninguna manera y, sin embargo, a día de hoy, lo más importante es el objetivo de llegar a la cumbre a costa de lo que sea.
¿En qué lugar ha quedado el compañerismo? ¿La dignidad humana? ¿Que toda la expedición disfrutase de la hazaña de subir a la cumbre? ¿Dónde han quedado estos valores? En los últimos sucesos del Annapurna, y en concreto la vida de Tolo Calafat, la polémica suscitada por Edurne Pasaban, la vida de Iñaki Ochoa de Olza, de Félix Iñurrategi, los cadáveres del Everest... Esta pugna de hacer los catorce ochomiles incluso empieza a quedar devaluada. ¿Cuáles serán los siguientes objetivos? ¿A costa de cuántas vidas humanas?