El otoño es el momento en el que el cabello pide una renovación. El sol, la sal y el cloro suelen dejarlo más apagado, y la piel pierde el bronceado, por lo que el color que en julio parecía perfecto puede resultar poco favorecedor en octubre. Repasamos los tonos que se llevan este otoño.
Castaños que iluminan
El castaño, durante años considerado un color intermedio, vive ahora su gran momento. Este otoño se lleva en versiones ricas y luminosas, como el chocolate brillante, el moka suave o incluso con destellos avellana. Bien trabajado, el castaño puede reflejar más luz que algunos rubios mal aplicados, algo que sorprende a muchas personas. Además, combina de manera perfecta con pieles claras y medias cuando empiezan a perder el bronceado, aportando calidez sin endurecer los rasgos. Para quienes buscan naturalidad y elegancia, es sin duda la mejor elección.
Rubios menos fríos, más miel
Después de varias temporadas de rubios casi platinos y con matices muy fríos, la tendencia se inclina hacia tonalidades más cremosas y melosas. El rubio mantequilla, el beige y los dorados suaves son los grandes protagonistas. Estos tonos no solo aportan dulzura a las facciones, también se adaptan mejor a la luz menos intensa del otoño. Un truco profesional que marca la diferencia es aplicar reflejos estratégicos alrededor del rostro, lo que conocemos como contouring capilar. Con esta técnica se enmarcan las facciones y se consigue un efecto instantáneo muy favorecedor.
La nueva vida del cobre
Si hay un color que simboliza el otoño, ese es el cobre. Desde hace meses lo hemos visto en pasarelas, editoriales y en celebridades, como la cantante Leire Martínez, que sorprendió recientemente con un balayage intenso en esta gama. Este otoño, sin embargo, el cobre se reinventa en versiones más suaves y sofisticadas. Se aleja del naranja intenso y se acerca al pelirrojo natural. Los tonos strawberry blonde (mezcla de rubio y cobre) o los cobrizos delicados aportan frescura y resultan muy fáciles de llevar en el día a día. Además, la luz dorada y baja de esta estación hace que estos tonos cobrizos resulten especialmente favorecedores en exteriores, algo que convierte cada paseo otoñal en un auténtico escaparate de color.
Toques de vino y cereza
Para quienes desean un cambio con un punto de atrevimiento, los tonos inspirados en la uva se convierten en una opción perfecta. Hablamos de rojos cereza, vino tinto o borgoña. No se trata de teñir toda la melena de un color fantasía, sino de jugar con reflejos o veladuras que aporten profundidad y movimiento. En bases oscuras, estos tonos funcionan especialmente bien, ya que se integran con naturalidad y sorprenden al reflejarse en la luz, revelando matices que no siempre se perciben a primera vista.
El color como tratamiento
Hoy en día, la coloración no solo se centra en la estética: también puede ser un tratamiento de salud capilar. Existen fórmulas que fortalecen la fibra mientras aportan tono y brillo. Un ejemplo son los sistemas de color con tecnología bonding, capaces de crear nuevos puentes dentro del córtex del cabello, reforzando su estructura desde el interior. El resultado es un pelo más fuerte, con mejor textura y un color más duradero. Este tipo de productos, además, permiten personalizar el matiz y reavivarlo entre coloraciones, algo especialmente útil después del verano, cuando el cabello necesita cuidados extra.