Calvicie en mujeres: los signos que deberían preocuparte
En fases iniciales, se pueden emplear tratamientos tópicos, orales o infiltrados para reducir la inflamación del folículo piloso
La pérdida de cabelloes una preocupación creciente entre las mujeres, y uno de los tipos de alopecia que está ganando relevancia por su frecuencia e impacto es la alopecia frontal fibrosante (AFF).
Se trata de una alopecia cicatricial, es decir, un tipo de calvicie en la que el daño sobre el folículo piloso es irreversible si no se trata a tiempo. Aunque durante muchos años se pensó que afectaba principalmente a mujeres postmenopáusicas, cada vez son más los casos en jóvenes.
¿Qué es la alopecia frontal fibrosante?
La AFF se caracteriza por una recesión progresiva de la línea de implantación frontal del cabello, avanzando hacia la coronilla. Esta pérdida no ocurre de forma difusa, sino que empieza en la parte delantera del cuero cabelludo y va dejando una franja cada vez más amplia de piel sin pelo. Este patrón de caída suele ir acompañado de una apariencia cicatricial, lo que indica un daño permanente en el folículo piloso.
Causas: una enfermedad con muchas incógnitas
Aunque aún se desconocen con certeza sus causas, se cree que tiene un componente autoinmune y puede estar influida por cambios hormonales.
Algunos expertos consideran que factores ambientales o incluso el uso de cosméticos y protectores solares podrían estar relacionados, aunque no hay evidencia concluyente.
La naturaleza inflamatoria de esta alopecia implica que el propio sistema inmunológico ataca a los folículos pilosos, generando una inflamación crónica que con el tiempo destruye la capacidad del folículo de producir cabello.
Signos de alerta: cuando las cejas hablan
Uno de los primeros signos de la alopecia frontal fibrosante, que muchas veces pasa desapercibido, es la caída del vello de las cejas, especialmente en su parte final.
También pueden aparecer lesiones o rugosidades en las sienes, o una sensación de relieve o picor en la línea de implantación del cabello.
Estos síntomas cutáneos son señales de inflamación activa en el cuero cabelludo, y su detección precoz es clave.
La importancia de un diagnóstico temprano
Detectar la AFF en sus fases iniciales puede marcar una gran diferencia. Si se actúa a tiempo, es posible frenar la evolución de la enfermedad, disminuir la inflamación y preservar la mayor cantidad de cabello posible.
Por ello, ante la sospecha de caída atípica o síntomas en la zona frontal, es recomendable consultar con un dermatólogo especializado en tricología.
Tratamientos: frenar antes que restaurar
En fases iniciales, se pueden emplear tratamientos tópicos, orales o infiltrados para reducir la inflamación del folículo piloso.
Entre los más comunes se encuentran los corticoides tópicos, infiltraciones de corticoides, antipalúdicos como la hidroxicloroquina y antiandrógenos como la dutasterida.
Cuando la enfermedad ya está avanzada, es necesario actuar de forma más agresiva con corticoides sistémicos e inmunomoduladores, aunque en muchos casos la regeneración del cabello ya no es posible.
Por ello, más que curar, el objetivo del tratamiento es detener la progresión de la enfermedad y evitar que el daño continúe.
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