Las conversaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea celebradas este miércoles en Londres para superar los problemas por la controvertida frontera comercial entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte tras el Brexit "no han conseguido progresos", admitió el negociador británico, David Frost.

Al término de una reunión de más de tres horas con el vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, Frost reconoció la falta de avances, si bien destacó que estos contactos han sido "sinceros" y continuarán.

En virtud del acuerdo del Brexit de 2020, Irlanda del Norte ha quedado en el mercado único, por lo que los controles aduaneros para las mercancías procedentes de Gran Bretaña (Inglaterra, Gales y Escocia) se hacen en los puertos norirlandeses, aunque se acordó que aquellos entrarían en vigor de forma gradual.

"El problema que tenemos es que la implementación del protocolo se está haciendo de una manera que causa un trastorno en Irlanda del Norte. Hemos tenido hoy unas conversaciones bastante sinceras", añadió el negociador y secretario de Estado del gabinete.

"No hubo ningún avance, tampoco hubo rupturas, y vamos a seguir conversando. Lo que realmente necesitamos hacer ahora es encontrar muy urgentemente algunas soluciones para apoyar el acuerdo del Viernes Santo, en Belfast, respaldar el acuerdo de paz en Irlanda del Norte y permitir que las cosas vuelvan a la normalidad", dijo.

Según informó el Gobierno, las conversaciones tampoco avanzaron en sectores polémicos, como la importación en Irlanda del Norte de productos cárnicos, patatas y otras materias primas, así como el viaje de mascotas de Gran Bretaña a la provincia británica.

Tampoco se pusieron de acuerdo en las cuotas arancelarias de mercancías que entran en la provincia, como el acero.

En el Parlamento, el primer ministro británico, Boris Johnson, se limitó a decir que estaba de acuerdo "completamente" con Frost, del que dijoque está haciendo un "magnífico trabajo".

En virtud del protocolo norirlandés, la frontera comercial ha quedado situada en el mar de Irlanda a fin de evitar que los controles se hagan en la frontera terrestre entre la provincia británica y la República de Irlanda, para evitar una frontera física entre esos territorios y no perjudicar el proceso de paz.

Esta "frontera" ha provocado el descontento de la comunidad protestante probritánica de Irlanda del Norte porque para ella supone separar a la provincia del resto del país.

El vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, había pedido ayer a Londres no tomar medidas unilaterales para retrasar los controles de productos que entran en Irlanda del Norte de Gran Bretaña, como parte del protocolo.

Esta petición responde a la decisión unilateral británica a principios de año de postergar la aplicación de las fases del protocolo hasta al menos este octubre.