Perfil

- El populista conservador Boiko Borisov, de 61 años, cuida atentamente su doble imagen de hombre de acción y hombre del pueblo. Apodado Batman, este ex bombero, karateca, guardaespaldas, policía y alcalde de Sofía, domina la escena política desde 2009. Capaz de hablar de forma clara, nunca tuvo reparos en emplear el lenguaje de la calle, en ocasiones abiertamente grosero y machista.

Borisov se presenta ahora ante los electores como el político que, desde la caída del comunismo en 1989, más ha impulsado el desarollo de la infraestructura, la economía y las finanzas del país, el más pobre de la UE.

Y es que las encuestas lo señalan como favorito a pesar de que el 64% de la población diga no confiar en él.

Salpicado por escándalos de corrupción en su entorno, arrastra dos dimisiones como primer ministro, la primera en 2013, tras una ola de protestas callejeras contra la difícil situación social, y la segunda en 2016, cuando su candidata perdió las elecciones presidenciales. Pero resultó electo por tercera vez en 2017 y esta vez consiguió concluir su mandato completo, a pesar de las protestas.

Entró en la política de la mano del exprimer ministro Simeón, que en 2001 lo nombró secretario general del Ministerio del Interior, cargo que le permitió ganar popularidad, con un papel de hombre duro contra el crimen y defensor del ciudadano de a pie. En 2006, cuando era alcalde de Sofía, fundó su propio partido, Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB) y tres años más tarde se convirtió en el primer ministro del país.