l 1 de enero de 2021 arrancaba la presidencia de turno de Portugal, la cuarta en su historia. Recogía el testigo de la alemana, que se ha caracterizado por su eficacia en la gestión de una compleja agenda repleta de problemas en medio de la pandemia del coronavirus. Le deja la canciller Merkel al primer ministro Antonio Costa buena parte del terreno allanado para ejecutar la Agenda 2030 de la Unión Europea, en virtud de los acuerdos en torno al plan de recuperación Next Generation EU, el Marco Financiero Plurinual -los presupuestos europeos para 2021-2027- y el acuerdo de salida del Reino Unido. Pero los lusos se enfrentan a la realidad de una crisis como nunca antes se había conocido en Europa desde las guerras mundiales y con la necesidad de poner en marcha la reconstrucción en virtud de un cambio de modelo socioeconómico que ya no puede esperar. Urge actuar y el semestre portugués será determinante para saber si hemos acertado con el rumbo marcado en la Unión.

La presidencia portuguesa del primer semestre de 2021 ha presentado sus prioridades formales bajo el lema "Tiempo de actuar: por una recuperación justa, ecológica y digital". Se centra en cinco ámbitos principales, acorde con los objetivos de la Agenda Estratégica de la UE: reforzar la resiliencia de Europa; fomentar la confianza en el modelo social europeo; promover una recuperación sostenible; acelerar una transición digital justa e inclusiva y reafirmar el papel de la UE en el mundo, basada en la apertura y el multilateralismo. Es evidente, que en plena tercera ola de epidemia se centrará en marcar el rumbo de la UE para salir de la crisis, pero además, debería promover una visión de la UE innovadora, orientada al futuro y basada en los valores comunes de la solidaridad, la convergencia y la cohesión. Una batalla abierta en el seno de los 27, con Hungría y Polonia como cabeza de frente de una visión egocéntrica de la Unión.

Antonio Costa ha demostrado en sus ya más de cinco años al frente del Ejecutivo luso, su habilidad para forjar acuerdos por la izquierda y consensos básicos en su país. Su recuperación económica en su primer mandato con un gobierno de coalición con el Bloco y el Partido Comunista, poniendo de relieve la utilidad de políticas expansivas públicas que produjeron crecimientos del PIB portugués y el fin del rescate ocasionado durante la crisis del euro. Este jurista, hijo de escritor de origen goense (India) y francés, y de periodista portuguesa, es un gran comunicador político, curtido en la Alcaldía de Lisboa como regidor de 2007 a 2015 y refrendó en las elecciones de 2019 una mayoría suficiente para seguir gobernando un segundo mandato con el apoyo externo de los partidos de izquierda. De ahí, que aunque la presidencia de turno no puede alterar los ejes estratégicos de la UE, su presidencia europea tendrá un marcado carácter social.

Nuestro principal problema será sobreponerse a un presente acuciado por la emergencia sanitaria y sus graves consecuencias económicas. Si ser pobre ocupa todo el tiempo en poder comer, los europeos corremos el riesgo de gestionar el día a día intentando controlar los contagios para evitar más muertes y taponar las heridas que en el tejido empresarial y social va dejando la pandemia a medida que pasan los meses. Vivir en la urgencia tiene un riesgo mucho peor que lo que puede pasar hoy: nos sitúa ante el abismo de no construir un mañana. El Pacto Verde, la digitalización ordenada o la solución a la inmigración son tareas de medio y largo plazo que no pueden perder el paso ante la obsesión diaria del control de la enfermedad. El mundo que nos rodea también va a encarar un proceso de cambio imparable. En Estados Unidos un nuevo inquilino en la Casa Blanca con políticas previsiblemente más cercanas a las europeas en cuestiones estratégicas. Y China decidida a subirse al tren de la sostenibilidad, llegando acuerdo como se anunciaron a final del pasado año con la UE en materias medioambientales y de equilibrio en la relación comercial entre ambos. Son muchos los retos y toca pasar de la palabra a la acción. Al timón Portugal, nación de insignes navegantes.