La Unión Europea se enfrenta en el 2020 a dos retos principales: el brexit, -o lo que es lo mismo, la salida definitiva del Reino Unido de la UE, con sus consecuencias-, así como la aprobación a 27 del presupuesto europeo para el periodo 2021-2027. Ambas están íntimamente relacionadas porque ponen en cuestión la capacidad de los europeos de seguir unidos en un proyecto común una vez que uno de los socios, contribuyentes netos, abandone la Unión. Hasta aquí no ha habido resquicio alguno para los enemigos de la UE, pero ahora llega el momento de la verdad, el de hacer las cuentas y contribuir entre todos a seguir adelante.

Toca pagar seguridad común, la transición ecológica justa o la digitalización de nuestra economía entre todos, sin contar con uno de los socios que más dinero ponía. Además, estos hitos para nuestra historia van a coincidir con el año electoral en Estados Unidos, un tradicional aliado reconvertido en una especie de nuevo enemigo que hace peligrar el orden internacional y el comercio global.

El 31 de enero es la fecha tope para la salida del Gran Bretaña de la UE y, tras las pasadas elecciones generales y el triunfo por mayoría absoluto del brexiter Boris Johnson, nadie duda de que definitivamente la bandera azul tendrá una estrella menos. Ahora nos enfrentaremos a las consecuencias reales de este proceso político que se inició hace más de dos años y medio. Tendremos que tratar de negociar los flecos de la salida y un nuevo acuerdo de relación en tan solo once meses, lo que se antoja complejo vistos los antecedentes negociadores entre ambas partes. Pero un desacuerdo nos enfrenta una vez más a un abismo ingobernable para todos. Ambas partes se preparan ya para el peor escenario: en Westminster, el premier quiere aprobar una ley que impida una prórroga más allá del 31 de diciembre de 2020, lo que en Bruselas es calificado de inviable.

El pulso no ha hecho más que empezar y su resultado va a depender en gran medida de la fortaleza de los dos partes, la UE en función de su unanimidad y la del Reino Unido de la complicidad de Washington en este trance.

El objetivo es reconciliar nuestra economía con nuestro planeta. Enfrente, nada más y nada menos que Estados Unidos, que bajo la presidencia de Donald Trump, no solo se ha salido del acuerdo de París, sino que además se ha convertido en un enemigo comercial de la Unión Europea.

Momento histórico que viene a coincidir con el año electoral norteamericano que debe ratificar o desaprobar la política antieuropea de la Casa Blanca.