“Los palestinos sueñan con volver a su tierra, pero mientras tanto tienen derecho a vivir como seres humanos de pleno derecho”. Son palabras de Rita Hamdan, activista palestina refugiada en Líbano y fundadora de la organización PARD, con sede en Beirut.

En el seno de las jornadas Género en la acción humanitaria, organizadas el pasado lunes y ayer por eLankidetza-Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo y el Ayuntamiento de Bilbao, la activista hizo una radiografía de las precarias condiciones en las que viven cientos de miles de personas refugiadas en Líbano.

Y es que, como cuenta, el país de destino no ofrece a los refugiados unas dignas condiciones de vida. “Viven hacinados, sumidos en la pobreza y se les deniegan los derechos básicos, de trabajar de tener propiedades...”. De hecho, como cuenta, los palestinos tienen prohibido trabajar en alrededor de 40 profesiones, lo que imposibilita que puedan crear proyectos de vida.

Y no es una situación que acabe de comenzar. Hamdan recuerda que son los únicos que llevan siendo refugiados más de 70 años.

Llevan décadas fuera de su país tras la ocupación por parte del Estado de Israel, siendo el vecino Líbano uno de los países que más refugiados ha acogido en las últimas décadas.

Sin embargo, actualmente es considerado el tercer país más pobre del mundo. Y es que si la situación económica ya era mala, Hamdan asegura que, tras la explosión de Beirut, el país donde reside acabó de sumirse en la más profunda pobreza.

‘Cuestión de seguridad’

A la crisis de refugiados palestinos se le sumó la guerra de Siria, ya que Líbano alberga a millón y medio de refugiados sirios: “Al principio esa convivencia entre refugiados fue difícil porque los palestinos no tenían trabajo y esto se convirtió en una competición”.

Sin embargo, añade que “los palestinos entienden lo que es tener que salir forzosamente de su país”, por lo que la situación se fue normalizando.

Así, el paro, una inflación del 280% desde 2019 y el incremento de un 400% en el precio de la cesta básica de la compra ha pasado especial factura a las comunidades que viven en campos.

Según los datos que pone sobre la mesa la activista, el 70% de la ciudadanía en Líbano está sumida en la pobreza y, en el caso de sirios asciende, hasta el 90%. “La crisis del coronavirus ha acabado por hundir la economía ya tocada”, destaca Hamdan.

A pesar de albergar una de las proporciones más altas de refugiados per capita, “Líbano rara vez ha sido comprensivo con los desplazados forzosos”, añade la activista.

“Consideran a los palestinos un problema de seguridad, ven que deben volver a su tierra pero, ¿cómo van a ir si la tierra está ocupada? Sueñan con volver, pero no pueden”. Por eso, subraya que “hasta que regresen debe garantizarse que puedan vivir como seres humanos con todo el derecho”.

Y es que critica que la comunidad internacional lleva décadas dando la espalda a Palestina. Y, “evidentemente, Israel no reconoce ni reconocerá el derecho de los palestinos a volver, porque sería reconocer que han ocupado durante años nuestras tierras y casas”. “Y todo esto lo hacen con el apoyo de Estados Unidos”, añade.

“Israel continuará la ocupación y poniendo a los palestinos en la cárcel o asesinándolos, eventos que pasan cada día”, según Hamdan. Y continuará “a menos que los palestinos se levanten y digan basta. Porque parece que desafortunadamente la comunidad internacional no va a hacer nada por nosotros”.

Por eso, la activista denuncia que “todos los gobiernos que hablan sobre derechos humanos se olvidan siempre de los refugiados palestinos. Y también de los sirios”, un conflicto que copó las portadas de todos los medios y ha quedado ya en el olvido.

Sin embargo, como nota positiva apunta al movimiento de las nuevas generaciones. “Están diciendo basta. Están hartos después de tantos años y están intentando hacer algo, y se está convirtiendo en un movimiento más grande contra el Estado de Israel”, destaca.

Sin embargo, la represión de Israel se ha extremado últimamente, y ha tildado de terroristas a multitud de organizaciones que trabajan en Palestina. “Quieren que su voz, la voz contra la ocupación, no llegue a ningún lado del mundo, y la cárcel o matarles es la forma de cerrarles la boca”, insiste.

Doble discriminación

En este contexto de pobreza y con la inexistente concesión de derechos básicos del ser humano, las mujeres sufren una doble discriminación, cuenta Hamdan. Y es que, además de ser discriminadas por su condición de refugiadas, también lo son por ser mujeres. Además, según los datos que expone la activista, la pandemia ha acrecentando la violencia que sufren. “La violencia machista se ha duplicado en estos dos años de pandemia”, subraya.

Así, en este contexto, la organización de Hamdan, PARD, que trabaja por la igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y la población joven, la salud medioambiental y la ayuda a las personas en situación de extrema vulnerabilidad, se ha visto obligada a combinar la formación de los refugiados con el suministro de alimentos básicos para su supervivencia.