La canadiense Isabelle Legare está acostumbrada a trabajar diversas cuestiones relacionadas con la juventud. Acaba de pasar unos días en Donostia, invitada por la Diputación, para participar en unas jornadas en el marco de Etorkizuna Eraikiz. Este periódico habla con ella de edadismo, un concepto todavía bastante desconocido, y su efecto en las generaciones más jóvenes.

¿Qué es el edadismo? Porque es un concepto bastante nuevo que la gente puede no entender.

-Sí, el edadismo es un concepto nuevo, una nueva área de investigación. No es muy conocido en el mundo. El edadismo son la discriminación, los estereotipos y los prejuicios contra las personas, en base a su edad. A veces lo comparamos con el sexismo o el racismo; el edadismo es el ismo unido a la edad.

¿Es un fenómeno que ocurre únicamente en los países occidentales o en todo el mundo?

-Es algo que ocurre en todo el mundo. Por supuesto, de forma diversa, dependiendo del contexto local. Hay edadismo dentro de las familias, en la relación entre dos personas, en el trabajo, en el sistema legal y en el judicial. Pero varía mucho dependiendo del contexto local y el país.

El más conocido es el edadismo que sufren los mayores, pero existe en sentido contrario, hacia los jóvenes

-El edadismo contra las personas mayores es más conocido, porque está mejor documentado y tenemos más datos. Por ejemplo, en el trabajo; cuando alcanzan el final de su carrera, a veces los empleadores dudan contratar a alguien que tiene 60, 62 años. A veces, la gente piensa que el edadismo solo sucede contra los mayores, pero estamos descubriendo que también afecta a la gente joven, especialmente en el ámbito laboral, el sistema judicial y también en la política. Se evita que la gente joven acceda a puestos electos o políticos, porque se necesita tener una edad mínima para ello. A veces, es la misma que para votar; alrededor de los 18 años. Pero, a veces, tienes que tener 35, 40 años para un puesto electo. Eso es un ejemplo claro y documentado de edadismo hacia los jóvenes.

¿Su principal efecto en los jóvenes es la baja participación política?

-Creo que el edadismo hacia los jóvenes aparece en muchos sectores. Pero, sin importar el área en la que suceda, lo importante es que el edadismo impide que una persona joven alcance todo su potencial. Si a esa persona le dicen no puedes tener un trabajo, porque eres demasiado joven, o no puedes participar políticamente, porque eres demasiado joven, no tiene la oportunidad de empoderarse y así crecer y evolucionar. Pero también niega a la sociedad el tener la contribución de los jóvenes y es importante tener sus ideas y energía para solucionar problemas, tanto locales como globales. Si no integramos sus ideas y su contribución, la sociedad en su conjunto no avanzará tan rápidamente como si la juventud fuera una compañera completa e igual.

¿El edadismo tiene un componente sexista?

-Es una pregunta muy interesante; no mucha gente piensa sobre ello. El edadismo intersecciona con el sexismo; las mujeres jovenes lo dicen. Hay algunos estudios que muestran que las mujeres jóvenes son las que declaran mayor edadismo en Europa. No digo que solo ocurra aquí, pero está mejor documentado, es una región sobre la que tenemos datos. También intersecciona con el racismo; una mujer joven de un origen étnico diverso tiene más opciones de vivir edadismo. Y, especialmente en el mundo de la política, las mujeres jóvenes son apartadas.

¿Intersecciona, por tanto, con la discriminación hacia otros colectivos, como el LGTBI o el de las personas racializadas?

-Totalmente. Tenemos que trabajar para documentarlo, tener pruebas y reunir datos, pero los propios jóvenes están informando sobre ello. Y lo que sucede es que eso incrementa aún más las desigualdades entre diferentes subgrupos de jóvenes y el impacto de esas desigualdades puede durar hasta que se conviertan en personas adultas, porque empiezan su vida desde una perspectiva más difícil.

¿Tiene el edadismo que ver con la realidad económica de los jóvenes?

-Totalmente; especialmente, en el contexto laboral. En la actual situación económica, hay mayor competitividad por los empleos. Por tanto, los empleadores pueden pedir que los trabajadores potenciales tengan mayor experiencia y mayor educación universitaria. Son quienes pueden escoger a quien quieran. Y, por supuesto, hay mayor tendencia a elegir a alguien que ha estado trabajando diez o veinte años y contratarlo. Pero no significa que una persona joven, que se ha graduado en la universidad, tiene las abilidades y ha estado trabajando tres, cuatro o cinco años, tenga menos con lo que contribuir; tienen algo diferente. Creo que sería interesante correlacionar el contexto económico con el nivel de edadismo contra los jóvenes en el mundo laboral.

¿Hay edadismo en las instituciones?

-No creo que una institución sea edadista a propósito; no creo que eso suceda. Creo que lo que ocurre es que las instituciones, a veces, tienden a repetir los mismos patrones y continuar haciendo las cosas de cierta manera, porque es como se ha hecho en el pasado. No necesitas ser edadista de forma activa, pero si no cuestionas cómo se hacen las cosas o por qué se hacen de cierta manera, puede que te termines encontrando en una situación en la que repliques el edadismo. Por ello, es fantástico que las instituciones tengan herramientas que les permitan analizar sus propias políticas o comportamientos.

¿Qué políticas públicas se pueden aplicar para mejorar la situación?

-Se pueden hacer muchas cosas, pero deberían estar adaptadas al contexto local y al de cada institución. Algo que funciona muy bien y que cada vez se implementa más, es una herrmienta de evaluación para mirar a las políticas públicas desde un prisma edadista. Es una herramienta basada en otras similares que se desarrollan y se aplican para la perspectiva de género; en las últimas décadas, las instituciones han desarrollado herramientas para asegurarse si lo que hacen perjudica a un género respecto al otro. Ahora, más y más instituciones lo utilizan para asegurarse de que no haya un desequilibrio para acceder a las oportunidades entre generaciones. Es una herramienta muy potente. Lo segundo que se puede hacer, dentro de la propia institución, es comenzar un diálogo entre diferentes grupos de edad. Si dentro de la institución hay un grupo de gente joven, aunque sea pequeño, se les puede preguntar lo que piensan sobre las políticas institucionales y tener un dialogo abierto y honesto, preguntarles sobre sus observaciones y consejos sobre el funcionamiento de la institución. Puede ser muy revelador.

¿Qué podemos hacer para abrir esa conversación entre diferentes generaciones en la sociedad?

-A lo mejor, el comienzo de la conversación es que las personas mayores se hayan olvidado de cómo era cuando eran jóvenes. Creo que lo que sucede en esta región, lo que he visto hasta ahora, es exactamente eso. Hay que tener conversaciones de tú a tú o en pequeños grupos, entre distintas generaciones, que sea en posiciones igualitarias y siendo muy honestos y humildes. Ser capaz de decir ¿sabes qué? Déjame aprovechar la oportunidad de observar mi propio comportamiento y examinar algunos de los estereotipos que pueda tener. Y que la gente joven hiciera lo mismo. Tener una conversación abierta, desde el punto de vista de intentemos trabajar juntos para encontrarle una solución a esto. No es una competición, una pelea, un conflicto entre generaciones, es algo así como de acuerdo, sentémonos, consideremos que todos estamos en la misma posición, abramos nuestros corazones, nuestras mentes, seamos honestos, humildes y empecemos la discusión. Te das cuenta de que hay algunos estereotipos edadistas, pero lo importante es que la conversación empieza y, después, puede fluir. Es lo mejor que se puede hacer para romper barreras y abordar los estereotipos.