-La Asociación de Voluntariado Social de Mayores, Nagusilan, está deseando volver al trabajo diario que sigue condicionado por la pandemia. José Ramón Ecenarro, presidente de esta entidad social que conmemora su 25 aniversario, recomienda "reforzar los lazos familiares y de amistad", consciente de que la mayor esperanza de vida debilitará con el tiempo las relaciones.

Una pensión pública digna, la soledad o la pandemia. ¿Qué le quita más el sueño?

-En realidad, todo es uno pero ahora mismo lo que más me quita el sueño es mi dedicación a Nagusilan. Hace 25 años que catorce visionarios crearon la asociación porque sabían hacia dónde íbamos.

¿Y hacía dónde vamos?

-Bueno, es evidente que la soledad va en aumento. Cada vez vivimos más y, en la medida que se prolonga la esperanza de vida, nuestras relaciones sociales se van haciendo más frágiles. Las familias ya no son las de antes, con miembros que viven alejados... Es muy probable que nos encontremos con muchos momentos de soledad hasta que fallezcamos. Hay que reforzar las políticas sociales, y también diría que la sensibilidad de la sociedad ante esta realidad es importante.

¿La sociedad es sensible?

-Creo que podría ser más. Si le preguntas a un joven, no se plantea que pueda llegar a ser una persona mayor y sola de aquí a unos años. Es más fácil verse gordo y hacer régimen que verse solo. No podemos perder las relaciones sociales, los lazos familiares y de amistad. Es nuestra tabla de salvación en caso de que nos veamos en situación de soledad.

¿Es una persona de muchos amigos?

-Me relaciono sin problemas con la gente. Tengo mi núcleo de personas más íntimas a las que recurrir, aunque otra cosa es tomarse dos vinos en la calle con unos conocidos. Es importante mantener relaciones sociales fuertes y duraderas en el tiempo.

¿Qué le diría a una persona mayor desanimada en situación de soledad no deseada?

-No hay ninguna receta mágica. Muchas veces, solo con hablar un poco y tender la mano ya es menos soledad. La necesidad de contacto es evidente, algo que se ha puesto de manifiesto durante la pandemia. El servicio Hilo de Plata de Nagusilan, de acompañamiento telefónico gratuito a personas mayores, ha crecido exponencialmente. La gente necesita hablar. Simplemente, charlar. Parece mentira lo que le benefician unas palabras, el contacto.

¿Cuántas personas voluntarias de Nagusilan prestan este servicio?

-Hemos pasado de la veintena de voluntarios hace un año a los ochenta actuales. En estos momentos se está creando una nueva app para este servicio pero podemos hablar de hasta 400 usuarios semanales. Durante el último año se han recibido unas 18.000 llamadas y se han hecho en torno a 7.000 horas de voluntariado.

Hoy en día los jubilados se movilizan más que los jóvenes. ¿Tanto han cambiado las cosas?

-La percepción que se tiene de los jubilados ha cambiado mucho estos últimos años. Antes dejabas el empleo y a los diez años, prácticamente, te habías ido al otro barrio, por decirlo de una manera coloquial. Ahora tenemos por delante casi una carrera de treinta años. A las personas con 65 años ya no se les ves viejas, son mucho más comunicativas, se mueven más. Es un cambio que se va a notar también en el perfil de las personas usuarias de residencias. Dentro de unos años va a variar. Evidentemente, habrá diferentes grados de discapacidad, pero las personas usuarias de residencias van a ser más comunicativas y exigentes.

¿Cuánto tiempo lleva jubilado?

-Bueno, en mi caso casi me da casi hasta vergüenza...

¿Y eso?

-Trabajaba en la banca, donde periódicamente hacían sus regulaciones, y me jubilé a los 57...

Como se entere el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, le pone a trabajar...

-(sonríe) He de decir que hasta los 63 me pagó la entidad para la que trabajé y solo a partir de entonces recibí la prestación de la Seguridad Social. Durante once años, hemos viajado, atendido al nieto sin llegar a ser esclavos en el cuidado... Hemos aprovechado el tiempo.

¿Su jubilación es como imaginó?

-La verdad es que nunca pensé en mi dedicación a Nagusilan. Es verdad que en mi familia la esperanza de vida es larga, con miembros que han alcanzado casi los 102 años. Esa mayor esperanza de vida cuando llega la jubilación te hace replantearte muchas cosas.

¿Por ejemplo?

-La sociedad me ha aportado mucho y por eso es importante revertir lo recibido. Cada uno elige su camino, desde ser voluntario en Aspace a llevar el Club Deportivo Elgoibar. Todo es voluntariado. En mi caso, más que elegir el camino casi me eligieron porque por circunstancias de la vida me movía en residencias con familiares. De ahí surgió la posibilidad de dedicar mi tiempo a Nagusilan.

Cada vez existen más foros que dan voz a las personas mayores. ¿Sienten la escucha activa de las instituciones?

-Estamos presentes en muchos foros, estos últimos días, por ejemplo, en la presentación del Plan Estratégico Socio-sanitario; estamos en el Consejo Social de Mayores, mantenemos reuniones con el Departamento de Políticas Sociales para abordar, por ejemplo, la situación de las residencias... Las instituciones ven la situación que se avecina, con un 29% de la población que ya ha rebasado los 60-65 años. ¡Como para no tenernos en cuenta!

¿Cuál es la mayor preocupación ahora en Nagusilan?

-Retomar la actividad, volver a trabajar. Las personas voluntarias están deseando volver a acompañar a la gente, ya que resulta beneficioso y gratificante tanto para quienes prestan ayuda como para quienes la reciben. Salvo casos puntuales, el grueso del voluntariado todavía no ha podido volver por la pandemia a la labor que desempeñaba antes. Esperamos que se vaya solventando poco a poco la situación con la tercera dosis de la vacuna. Estamos deseando volver a acompañar a la gente.

¿Es importante la formación?

-Sin duda. Estamos dedicando un espacio importante al programa de formación del voluntariado. Se han dado muchos cursos de Zoom para mantener reuniones telemáticas en esta pandemia. Es una vía de comunicación que ha permitido mantener vivo el voluntariado. En lo que va de año, se han impartido más de veinte cursos con la participación de unas 150 personas. Además tenemos el programa formativo Nagusilan ikasten sobre infinidad de materias y abierto a todo el mundo.

"No podemos perder los lazos familiares y de amistad, son nuestra tabla de salvación cuando nos veamos en soledad"

"Queremos retomar la actividad para acompañar porque, salvo casos puntuales, el voluntariado todavía no ha podido debido a la pandemia"