cada paso es una pequeña victoria en este largo peregrinar por la pandemia y actividades que en otro momento eran impensables en los centros residenciales comienzan a cobrar vida. La fiesta patronal celebrada ayer en Fundación Zorroaga, un centro hoy libre de covid-19, es un fiel reflejo del resultado que ha dado el esfuerzo realizado, tras más de 5.000 PCR durante el último año en las que dieron positivo un total de 58 personas, afortunadamente, nada que ver con la situación actual. Los residentes disfrutaron ayer del primer festejo desde que se declaró el estado de alarma y en grupos-burbuja reducidos se dejaron seducir por el aroma de corderos asados al burduntzi en los jardines de la Fundación. “Si te digo la verdad, durante todo este año no he tenido tiempo de aburrirme”, sonreía María Luisa Arza, de 74 años, que al menos ha podido pasear estos meses atrás con su hermana por el interior de la finca. “He estado muy bien atendida y hemos realizado un sinfín de actividades. Lo único que he echado en falta ha sido a mis sobrinos”, decía sin perder el ánimo la mujer. Tras ella, una imagen cuando menos curiosa.

Un rebaño de ovejas pastaba en los jardines de Zorroaga. Fue la contribución de la Asociación de Pastores y Pastoras de Hego-Euskal Herria, Larsabi, que se sumaron a la fiesta con la donación de corderos lechales asados por los cocineros Ander González, del restaurante Astelena de Donostia, y los hermanos Iker y Xabier Zabaleta, del asador Aratz.

Al mal tiempo buena cara. “Este es el primer paso en la vuelta progresiva a la normalidad”. Así les decía a los usuarios el director de la Fundación, Mikel Aguirrezabal, con la mirada puesta en los próximos días. Las residencias de Gipuzkoa inician a partir del lunes una nueva fase con paseos terapéuticos y tres visitas semanales de dos familiares como máximo, siempre que sea posible. “No podremos hablar de normalidad total hasta que residentes y trabajadores puedan desprenderse por fin de la mascarilla, pero vamos avanzando”, señalaba Aguirrezabal, que agradeció el esfuerzo colectivo y recordó de un modo especial a las personas fallecidas durante la pandemia.

el último positivo

El último caso positivo registrado en el centro se remonta al 28 de abril, cuando resultó afectada una residente vacunada que se contagió por contacto con una trabajadora. En declaraciones a este periódico, el responsable del centro no ocultaba que hechos así “encienden las alarmas” porque se constata que el riesgo cero no existe a pesar de la inoculación. El estudio de lo ocurrido permite contextualizar los hechos. “En torno a esa trabajadora había catorce usuarios que no han resultado afectados, lo que viene a coincidir con el éxito de la vacunación, que se sitúa en torno a un 95%”, concluía Aguirrezabal.

En Zorroaga está inmunizado actualmente el 96% de los residentes. Entre los ocho usuarios que todavía no han dado el paso hay quienes no han podido hacerlo por problemas de salud incompatibles con la vacuna, y “otros sí que han cambiado de postura” en los últimos días viendo el efecto positivo que está teniendo el proceso entre los usuarios.

Zorroaga acoge actualmente a 282 personas en el centro residencial, 35 en el de día y otras 20 en apartamentos. “Tenemos reservadas 18 plazas para cualquier eventualidad que exija el traslado de posibles contagiados a habitaciones individuales”, indica el director.

La situación sanitaria ha obligado a reorganizar el trabajo de un modo contante y hoy en día todo está sectorizado. Atrás queda la primera fase de la pandemia en la que solo un usuario del centro dio positivo. Hasta el 26 de octubre no hubo más casos. “Durante la primera y segunda ola funcionaron a la perfección los protocolos” y fue a partir del mes de mayo del año pasado cuando comenzaron a autorizarse las visitas “visuales” para que las familias pudieran ver a sus seres queridos desde las terrazas y ventanas. El 9 de junio se abrió el centro de día pero se volvió a cerrar a finales de julio. “En agosto vimos que la nueva situación nos podía empezar a pasar factura, algo que ocurrió a finales de mes. Hay que reconocer el enorme trabajo de la Diputación porque cada semana se hacían PCR a todos los usuarios y trabajadores. Durante este tiempo se han realizado más de 5.000 pruebas”. En uno de estos mapeos aparecieron dos casos el 26 de octubre. Al día siguiente fueron tres más y continuó de un modo progresivo hasta verse en la necesidad de abrir una unidad covid para 35 plazas que llegaron a ocupar 34 residentes. Ahora todo ello, afortunadamente, forma parte del pasado.

“Si te digo la verdad, durante todo este año no he tenido tiempo de aburrirme”

Usuaria de la Fundación Zorroaga