El periodista navarro David Beriáin Amatriáin, de 44 años y natural de Artajona, fue asesinado en Burkina Faso, junto al camarógrafo vizcaíno Roberto Fraile, de 47 años y originario de Barakaldo, después ser emboscados y secuestrados el lunes por un grupo de hombres armados cuando grababan un documental sobre la caza furtiva en la zona. El ataque, en el que murió otro periodista irlandés y un miembro de las fuerzas de seguridad burkinesas, fue atribuido ayer por el Gobierno del país africano a "terroristas".

Ahora los esfuerzos se centran en repatriar los cuerpos de los periodistas, en un complicado contexto por las deficientes comunicaciones en el país africano y las trabas añadidas de tránsito que supone la pandemia.

David Beriáin y Roberto Fraile estaban realizando un documental sobre los esfuerzos de las autoridades de Burkina Faso para proteger los parques naturales del país frente a la caza furtiva y las comunidades que habitan en ellos. Ambos formaban parte de un grupo de unas 40 personas con las que se perdió el contacto hacia las 15.30 horas del lunes en un parque natural situado en la frontera entre Burkina Faso y Benín, una "zona peligrosa por ser campo de operaciones de terroristas, cazadores furtivos y bandidos", explicó ayer la ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya.

Los dos periodistas españoles se encontraban en paradero desconocido junto a un irlandés y un miembro de las fuerzas de seguridad burkinesas tras un ataque ejecutado por personas armadas no identificadas contra un convoy mixto formado por efectivos de las Fuerzas de Defensa y Seguridad (FDS) de Burkina Faso y ciudadanos extranjeros en el eje Fada N'Gourma-Pama.

El Gobierno burkinés confirmó en un comunicado el ataque contra un convoy de las fuerzas de seguridad en el que viajaban también los periodistas asesinados, quienes circulaban a bordo de un vehículo y motos y fueron asaltados en la reserva de Pama. Al respecto, el ministro de Comunicación y portavoz del Ejecutivo burkinés, Ousséni Tamboura, informó de tres heridos y de cuatro desaparecidos, entre ellos los dos reporteros españoles y el irlandés, y reconoció que había imágenes de los cuerpos sin vida de los tres circulando en las redes sociales si bien no habían sido "identificados formalmente".

El ministro agregó que, "según las primeras informaciones disponibles, durante su excursión el equipo se encontró con una posición ocupada por terroristas que abrieron fuego". Los atacantes están escondidos en un bosque de la zona, muy repleta de vida salvaje que atrae a los cazadores, según la misma fuente militar, que no facilitó más detalles.

Los medios locales indicaron que los tres occidentales habían sido ejecutados por sus captores, si bien otros apuntaron a que habrían resultado heridos en la emboscada. El ataque se saldó además con el robo de armamento y equipamiento por parte de los asaltantes, como dos ametralladoras, un dron, doce motocicletas y receptores de frecuencia.

El irlandés que también habría fallecido sería Rory Young, fundador de la ONG Chengeti Wildlife, si bien el Ministerio de Exteriores de Irlanda no confirmó oficialmente la muerte de su ciudadano. "La situación es compleja y estamos en contacto con todos los actores relevantes en el terreno, incluidos España y la UE, para garantizar que se aclaran los hechos de forma urgente", indicó un portavoz.

El este y el norte de Burkina Faso han sufrido un aumento de la inseguridad durante los últimos años, especialmente a causa del repunte de los ataques por parte de grupos yihadistas, entre ellos la rama de Al Qaeda en el Sahel, el Grupo para el Apoyo del Islam y los Musulmanes (JNIM), y Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS), que han provocado además un incremento de los enfrentamientos intercomunitarios.

Aunque se desconoce, de momento, la autoría de estos crímenes, Burkina Faso sufre ataques yihadistas desde abril de 2015, cuando miembros de un grupo afiliado a Al Qaeda secuestraron a un guardia de seguridad rumano en una mina de manganeso Tambao, en el norte del país. La región más afectada por la inseguridad es la del Sahel, situada en el norte y que comparte frontera con Mali y Níger, aunque la inseguridad se ha ido expandiendo a provincias limítrofes, y desde el verano de 2018 afecta también al este del país.

Los actos terroristas se atribuyen con frecuencia al grupo local burkinés Ansarul Islam, a la coalición yihadista del Sahel Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM) y al Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS), que atacan también en Mali y Níger. Como consecuencia de la violencia, Burkina Faso sufre la crisis de desplazados que más rápidamente crece en el mundo, con un millón largo de personas fuera de sus hogares (más de 1 por cada 20 habitantes).

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