iez años de actividad, de buscar la excelencia, una década de trabajo bien hecho que ha conseguido que la reputación del Basque Culinary Center (BCC) le preceda, colocándose como opción prioritaria para las personas que quiere formarse en distintas disciplinas vinculadas con la cocina y la gastronomía.

Con motivo de la celebración del décimo aniversario, NOTICIAS DE GIPUZKOA ha querido conocer más detalles de un centro del que ya han salido medio millar de graduados, que ha organizado más de 400 cursos y que impulsa diez másteres.

Sobre todo, el BCC acredita como logro exclusivo el de haber puesto en marcha la Facultad de Ciencias Gastronómicas y el grado universitario en Gastronomía y Artes Culinarias.

Su reputación ha conseguido atraer alumnado de todo el mundo. Si bien el 55% de dicho alumnado es de procedencia estatal, el 25% es extranjero.

Solo en este curso, más de 600 alumnos y alumnas de 35 países participan en alguna de las muchas propuestas del centro.

Patricia jurado

Exalumna de BBC

“Te cambia la vida”

Patricia Jurado es una de las alumnas que pasó por las aulas del BCC y que obtuvo el grado en Gastronomía y Artes Culinarias en 2018, realizando el trabajo de fin de grado en la Universidad de Harvard, donde trabajó como investigadora el curso 2019-2019 y donde, desde entonces, desarrolla tareas de Lab Manager y de coordinadora de la Harvard Science and Cooiking Public Lectures, entre otras funciones.

A partir del abril y hasta junio esta joven de 24 años desarrollará una estancia de investigación junto a Ferrán Adriá en el Bulli. Después, asegura, decidirá si vuelve a Harvard ya que desde acabó sus estudios ha estado allí y no descarta probar suerte más cerca.

Patricia Jurado recuerda con gran cariño sus años en Donostia y asegura que entrar en el BCC “te cambia la vida” . “No es solo el modelo de aprendizaje que se utiliza de trabajo interdiciplinar y de equipo y por las competencias que adquieres, sino también por la conexión directa que tienes con el mundo de la gastronomía desde el momento que entras”, apunta.

Pero si algo quiere destacar del BCC es la oportunidad que oferta de reunir “en una misma facultad gente de distintos lugares del mundo, con intereses completamente diferentes que hace sea súper enriquecedor el contexto de aprendizaje, además del aprendizaje en sí”.

“Te da una visión holística del mundo de la gastronomía. Ya desde primero estás haciendo proyectos reales, prácticas curriculares en empresas, etc. Es todo muy práctico”, abunda esta joven que entró al BCC con 18 años. “Ya sabía que quería estudiar algo vinculado con la alimentación y la gastronomía, pero no sabía ni que existía este grado. Cuando me enteré pensé que ofrecía una visón más completa del mundo de la gastronomía”, explica,. Así, Jurado hizo prácticas en cocina pero ya en tercero se especializó en la rama más científica.

“Ahora no trabajo en nada que tenga que ver con los fogones, en la actualidad me dedico a la docencia y a la investigación gastronómica”, añade.

“La mayor virtud del BCC es que ofrece una educación aplicada y práctica en la que pesa mucho la curiosidad del alumno y sus ganas de aprender”, insiste Jurado, que asegura que el alumado sale con “una visión 360 grados que te permite trabajar en cualquier puesto de trabajo vinculado con la alimentación, desde una empresa de marketing gastronómico a una bodega de vinos. También destacaría el trabajo en competencias”.

En la actualidad, debido al covid, se encuentra teletrabajando con Harvard desde su casa en Blanes, en Catalunya, y evoca con cierta nostalgia una universidad de la que ha sacado otro regalo: muchos amigos entre sus compañeros y compañeras y entre los profesores que, afirma, contribuyen a facilitar la elección del camino a seguir antes de llegar a la especialización.

Tras abandonar el BCC, Jurado ha podido desarrollar colaboraciones con otros exalumnos “porque nos hemos especializado en cosas diferentes”. “Tengo una amiga que es la directora del restaurante Master Chef de Madrid, otro amigo que tiene una empresa de catering y otra, por ejemplo, que trabaja en I+D, de una empresa de café. Tengo amigos en distintos ámbitos del sector gastronómico y, si necesitas algo, siempre hay un alumno o alumna del BCC que te puede ayudar”.

Recuerda también con agrado su estancia en Donostia, una ciudad con “una arraigada cultura gastronómica, con una gastronomía muy poco pervertida, por ejemplo, con la comida rápida. Es una ciudad muy acogedora, aunque haga muy mal tiempo”.

En Boston, donde se ubica Harvard, aunque no haya encontrado una cocina propia “muy rica”, sí ha hallado “restaurantes muy buenos de todo el mundo”, algo que “no había en Donostia”. “Eso es la esencia de EEUU, que es un país de inmigrantes”, destaca esta joven que constata que se ha encontrado con un creciente interés en los productos kilómetro cero.

alberto cuesta

Profesor de Técnicas Culinarias

“La innovación es clave”

Alberto Cuesta es un veterano en el BCC, ya que está en el centro desde que abrió sus puertas en 2011. Recuerda aquellos primeros tiempos con un arranque “de forma muy controlada, con un grupo muy reducido de estudiantes, 50”. “Aunque todo estaba organizado y planificado, se dieron los primeros pasos de ese modo para ser más eficientes”.

El BCC ha crecido en todos los aspectos. Ha aumentado el número de alumnos y alumnas, pero también la plantilla. “Somos más cien trabajadores y hemos crecido exponecialmente mucho a nivel de imagen y de proyección. Teníamos muy claro siempre cómo queríamos crecer para llegar a ser referencia mundial en el mundo de gastronomía y como centro de innovación y vanguardia”, asegura.

El crecimiento del BCC también ha llegado al ámbito educativo, construyendo su propio modelo dentro de Mondragon Unibertsitatea. “A nivel tecnológico y digital el cambio ha sido grande, sobre todo en los talleres, con el uso de recursos como cocina con pantallas para que el alumnado adquiera esas competencias digitales que son tan importantes hoy en día”, destaca Cuesta.

Crecimiento también en la organización de eventos “internos y externo” y en la oferta formativa, “se va a poner en marcha un doctorado”. El menú de cursos es largo, y también incluye platos para los aficionados.

A la faceta de innovación, asegura Cuesta, se le ha prestado especial atención y la plantilla que se dedica a ello es cada vez mayor.

¿Es igual el alumnado que accede en la actualidad al BCC al que llegó hace diez años? Actualmente no hay fronteras para el BCC, donde recalan estudiantes de todo el mundo. “Estamos notando un incremento de los que llegan de Asia. Al principio teníamos menos y cada año hay más”, constata.

“La sociedad evoluciona y las necesidades de los estudiantes de hace diez años no son las mismas que ahora”, asegura Cuesta. “El alumno de hoy demanda tener todo más claro, más guionizado para que le guíes en sus estudios”, apunta.

Las diferencias entre los alumnos son “tremendas” y precisamente esas diferencias hacen que la experiencia sea más enriquecedora. “Son alumnos diferentes. Para un profesor es muy rico tener es diversidad de culturas. Pero, sobre todo, es muy rico el aprendizaje vivencial del alumnado, es muy hermoso. Se generan muchos vínculos”, afirma el docente.

El centro “tiene un registro para saber dónde están, qué hacen” los alumnos una vez acaban los estudios. “Intentamos mantener el contacto para saber qué hacen, si les podemos ayudar. Queremos que sepan que siempre son BCC y que esta es su casa cuando se están buscando las castañas”, insiste.

Cuesta asegura que mantiene contacto con muchos alumnos. “Intentamos generar una comunicación fluida cuando están aquí y cuando están fuera”, asegura este profesor, que se congratula por el hecho de que el grado de inserción laboral del alumnado del BCC “ronda el 100%”.

“Esa idea de excelencia que les queremos transmitir les ayuda muchísimo. Salir de aquí hace que se les abran las puertas, pero luego ellos tienen que demostrar las competencias que han adquirido”, añade.

Pese a todo, la salida del BCC es un paso más en una carrera de fondo. “Quienes acabaron los estudios en la primera promoción no llevan más de seis años en el mundo laboral y, aunque muchos están en proyectos muy importantes, para todo hace falta tiempo”, apunta Cuesta.

Pero ya hay profesionles con sus carreras muy encauzadas como Oriol Casals, chef y copropietario del restaurante Teóric; Pablo García y Gabriela Malumbres, fundadores de Foodtographers; Iñaki Tellería, chef del restaurante Multiloako Ostatua, o Javi Rivero y Gorka Rico, propietarios del restaurante AMA.

Como para la sociedad en su conjunto, el año del covid ha sido complicado para el BCC aunque, destaca, el centro estaba ya inmerso en un proceso “de mejora continua”. “Nos estábamos replanteando cosas, como instalar un modelo híbrido que jugara con la presencialidad y la no presencialidad”, explica Cuesta. “Hemos tenido esa suerte, que ya lo habíamos empezado a trabajar para mejorar la experiencia de los estudiantes. Hemos aprovechado también para mejorar la dotación tecnológica cuando no se puede garantizar la presencialidad”, apostilla.

Las clase perdidas que no tienen sentido online, “las de hacer cosas”, se han tratado de recuperar adelantando el inicio del curso para los grupos que no pudieron hacer los talleres prácticos en la época del confinamiento. “Hemos logrado los objetivos que teníamos marcados antes del confinamiento”, asegura.

¿Y a futuro la docencia online llega para quedarse? Pues en parte, reconoce Cuesta, sí. Sobre todo en el apartado de los cursos. “Hace dos años que ya se está trabajando en formación online”, anuncia.

“Nos hemos dado cuenta de que tiene su parte positiva para la organización. Por ejemplo, hay que valorar si en algunas clases resulta interesante tener grupos de 50 estudiantes o se pueden hacer grupos más pequeños partiendo clases prácticas y teóricas”, reflexiona Cuesta, que si tiene que definir con dos adjetivos al BCC lo hace así: “Innovación y excelencia”. Una excelencia que significa “no estar satisfecho al 100% con el trabajo que se hace y tener una visión crítica para intentar mejorar”.

Es esta una idea clave que les guia como centro y “un valor que inyectamos en vena a nuestros estudiantes, el valor de la autoexigencia y el inconformismo”.

Los resultados Ya son casi 500 los graduados y graduadas en Gastronomía y Artes Culinarias que han salido de alguno de los tres itinerarios del BCC: Vanguardia culinaria, Innovación, negocio y emprendimiento y Desarrollo y tecnología alimentaria.

La oferta. Desde sus inicios el BCC ha creado diez másteres, cerca de 400 cursos para profesionales, alrededor de 40 cursos de especialización y un elevado número de talleres y seminarios.

Espacio intercultural. En la actualidad en el BCC cursan algún tipo de formación alumnos procedentes de 35 países. El 20% del alumnado es de Euskadi, el 55% del resto del Estado y el 25% es alumnado internacional.

Centro Tecnológico. El Centro Tecnológico en Gastronomía, el primero del mundo, cuenta con más de 30 investigadores, acumula 57 artículos y publicaciones y más de 150 proyectos realizados con empresas del sector alimentario.

Promoción. El BCC ha impulsado más de 140 eventos de promoción y visibilización de la gastronomía, con la participación anual de 10.000 personas. En 2020 organizó un total de 200 eventos virtuales, con 20.000 asistentes.

Peso en la economía. Ha generado al año una contribución económica de 24,2 millones de euros, con una aportación al PIB de 13,4 millones y un retorno fiscal de 4,3 millones anuales.

‘Entusiastas’. Así es como denomina el BCC a las personas amantes e interesadas por la cocina que participan en sus numerosos cursos, más de un centenar al año, que han logrado atraer a más de 1.500 aficionados a la cocina.

Hombres y mujeres. El 52% del alumnado del BCC han sido hombres y el 48%, mujeres.

500

Medio millar de graduados y graduadas en el BCC están desarrollando su actividad laboral en distintos sectores vinculados con la gastronomía.

400

Son los cursos dirigidos a profesionales del sector que el BCC ha organizado desde que inició su actividad en septiembre de 2011 . Los dirigidos a los ‘entusiastas’ son más de 100 al año.

El profesor Alberto Cuesta considera que “el alumno de hoy demanda tener

todo más claro y que le guíes en sus estudios”

Patricia Jurado destaca que la “mayor virtud del BCC es que ofrece una educación aplicada y práctica” en la que pesan “las ganas de aprender”