na referencia sobre los decesos ocasionados por la aspirina en la homilía del pasado domingo 28, hizo que varios lectores solicitaran una ampliación de la información en relación con el covid-19, de forma que intentaré complacerles, consciente de que hablar de tratamientos no me corresponde y, además, me parece una frivolidad hacerlo en un medio generalista. Y de frivolidades con el gestión del covid, vamos bien servidos. Ahora, vuelta a la realidad y a las tasas de incidencia y las vacunas. Alegría. El Tour saldrá de Bilbao, dentro de cuatro años, previo pago, claro. Y según cuánto estén dispuestos a pagar las instituciones, saldrá de Donostia, Agurain, Zeberio o Asteasu. Faltaría más. Y lo presenciarán quienes superen la cuarta ola.

El ácido acetil salicílico procede del sauce (Salix latinun), principalmente. La farmacología faraónica egipcia y sumeria, ya se refieren a las propiedades del sauce para reducir la fiebre e Hipócrates, usaba el té salicílico 400 a.C. con el mismo objetivo. En el siglo XIX los boticarios elaboraban preparados con el extracto de sauce. En 1897, un joven doctor en Química por la Universidad de Múnich, Felix Hoffmann, que llevaba tres años trabajando sobre otra sustancia en el laboratorio de química de la Compañía Bayer, gracias al azar, como ha ocurrido con otros descubrimientos, obtuvo el ácido acetilsalicílico en una forma químicamente pura y estable. La sustancia que demostró tener efectos analgésicos, antipiréticos y antiinflamatorios, se lanzó al mercado bajo el nombre comercial de Aspirina. Fue el medicamento estrella en la pandemia de gripe de 1918.

La popularidad de la aspirina sufriría el primer embate serio en 1956 con la aparición del paracetamol (dolores y fiebre) y en 1962 con el ibuprofeno (dolores, inflamación y fiebre). Y cuando comenzaba a decaer el prestigio del fármaco, a favor de las dos nuevas moléculas, se comprobaba su eficacia como anticoagulante, generalizándose su uso como medicamento preventivo ante la posibilidad de un segundo infarto cardíaco o cerebral, para quienes ya hubieran padecido uno. Volvía al candelero la denostada aspirina, esta vez como anticoagulante o inhibidor de la agregación de plaquetas (trombos).

Aunque es uno de los fármacos más usados en el mundo, el consumo, sin control médico, del ácido acetilsalicílico y del ibuprofeno están desaconsejados en la actualidad porque pueden producir problemas digestivos. La aspirina, además, aumenta el riesgo de hemorragia en general y de hemorragia digestiva en particular, especialmente en pacientes mayores de 75 años que toman una dosis diaria de acetilsalicílico sin protector gástrico, según alertaba en junio de 2017 la revista The Lancet. Tampoco debe ser consumido por embarazadas. Como curiosidad, toda la producción mundial de ácido acetilsalicílico manufacturada por Bayer se realiza en un laboratorio que la farmacéutica bávara tiene en Langreo (Asturias).

En la edición del 23 de febrero de este año, la revista FEBS Journal publicaba un artículo revisado del médico israelí Dr. Eugene Merzon y colaboradores de la Universidad Bar-Ilan, en la ciudad de Ramat Gan, en el que afirman que el uso del ácido acetilsalicílico para la prevención primaria de enfermedades cardiovasculares se asocia con una menor probabilidad de infección por covid-19, recuerdan su uso exitoso en la Gripe de 1918 antes de que se confirmara su acción sobre la inmunidad innata y su eficacia contra los virus de ARN del tracto respiratorio. Además, afirman que los pacientes que recibían este tratamiento tuvieron unos mejores resultados en su recuperación que los que no lo recibían.

En esta misma línea, la revista Anestesia & Analgesia de abril de 2021 publica un artículo fechado en 2020 del Dr. Chow Jonathan anestesiólogo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland (USA) y colaboradores, pendiente de revisión por pares, elaborado a partir de 412 pacientes de los que 98 recibieron una aspirina diaria desde su ingreso o venían tomando una con antelación al mismo, concluyendo que el uso de aspirina puede estar asociado con una disminución de la ventilación mecánica, la admisión a la UCI y la mortalidad hospitalaria en pacientes hospitalizados con covid-19. Sin embargo, los mismos autores sugieren un ensayo controlado aleatorio con mayor poder estadístico para evaluar si existe una relación causal entre el uso de aspirina y la reducción de lesión pulmonar y la mortalidad en pacientes con el covid-19.

Una aspirina puede ser útil para superar el sofocón de la venta de Euskaltel. El fenomenal artículo del Maestro Carlos Etxeberri del pasado domingo "Modelo de país" lo aclara todo. Una consecuencia de la evolución del mercado y la reordenación del sector. Seguro. Entrada de fondos de inversión, especulación en bolsa, "creación de valor" se llama. Lógico. No están para sentimentalismos. El tono rotundo de la consejera sobre el arraigo y los mecanismos para retener en Euskadi la empresa durante, al menos, cinco años -si las condiciones del mercado lo permiten, dice el anexo-, no resiste el polígrafo de Conchita. La sugerencia a los 40 directivos que se forran con el bonus, para que lo reinviertan, da risa. Tan chusco como contraprogramar ETB en función del resultado del Athletic. Nos siguen tomando por tontitos del haba. Falta músculo financiero. Venden La Naval para convertirlo en un almacén. Un proyecto tecnológico y de país, mayoritariamente para clientes vascos, vendido por y para engordar la cuenta de resultados de otra empresa. Me pregunto, ¿cómo va a influir esta venta en los incentivos de este año a algunos altos dirigentes de Kutxabank? ¿Seguirá la banca vasca el mismo camino? En la noche sabatina sólo se escucha la trompeta de Illarra. Emoción.

Hoy espárragos templados de Olite y alcachofas de Tudela con jamón Maximiliano. Bacalao en salsa verde con almejas. Torrijas con helado de avellana de Iztueta. Txakoli de Urruzola de Alkiza.

En Egipto ya se refieren a las propiedades del sauce para reducir la fiebre e Hipócrates lo utilizó así en un té