- Estaba llamada a ser una fecha marcada en morado en el calendario, pero la pandemia ha diluido el espíritu de reivindicación festiva en el que se ha convertido el 8 de marzo los últimos años, cuando ha congregado a miles de personas en las calles.

La polémica en torno a la pasada edición, a cuya celebración muchos achacaron durante varios meses los miles de muertos que se cobró el covid-19 durante la primera ola, la situación sanitaria y las restricciones asociadas a la pandemia hicieron mella en una jornada que fue menos festiva que lo habitual, pero en la que la reivindicación estuvo tan presente como siempre.

En Euskadi, la Ertzaintza autorizó 118 movilizaciones feministas. En Donostia, la manifestación organizada por Bilgune Feminista arrancó a las 18.30 horas del túnel de El Antiguo en una convocatoria que nada tuvo que ver con las grandes aglomeraciones de años precedentes, si bien se fue animando conforme la marcha partió hacia el Boulevard. Lo hizo en columnas, con el objetivo de que los asistentes pudieran mantener la distancia de seguridad y las mascarillas, buena parte de ellas de color morado, se convirtieron en uno de los imprescindibles de la jornada.

Por su parte, las instituciones vascas han abogado este año por la responsabilidad y por cambiar el espacio de las calles por el institucional. Tras recordar la importancia de "mantener la máxima prudencia, diligencia y rigor en el cumplimiento de las medidas sanitarias decretadas", el lehendakari, Iñigo Urkullu defendió la importancia de esta jornada de reivindicación porque "a pesar de los avances, las mujeres en todo el mundo siguen sufriendo una desigualdad estructural que tiene diferentes manifestaciones".

Las desigualdades se manifiestan, precisó el lehendakari a través de las redes sociales, en la brecha salarial, la dificultad de acceso a ámbitos de poder y toma de decisiones, la violencia contra las mujeres y el desequilibrado reparto de tareas de cuidado y domésticas.

Urkullu acompañó estas consideraciones con la imagen que ilustra la campaña que el Gobierno Vasco y Emakunde han lanzado con motivo del 8-M, que este año lleva por lema ¿Quién cuida? Hagámoslo visible. Hagamos nuestra parte.

Por su parte, la directora de Emakunde, Izaskun Landaida, se mostró convencida de que las movilizaciones "compaginarán la reivindicación con la responsabilidad" en el contexto de pandemia.

Landaida incidió en la necesidad de "poner en valor, visibilizar y repartir todo lo relativo al ámbito de los cuidados". "Tareas imprescindibles que históricamente han desarrollado las mujeres", añadió.

Por otro lado, subrayó que las "propuestas" de movilización que se han puesto "sobre la mesa compaginan la reivindicación con la responsabilidad que debemos que tener en este contexto sanitario tan duro".

"Estoy convencida de que, al igual que durante este tiempo se han celebrado otro tipo manifestaciones y concentraciones que cumplían con las normas sanitarias, en el día de hoy ocurrirá exactamente igual", confió.

Pero además de reivindicativa, la jornada de ayer tuvo también tiempo para la protesta. En Pamplona, una mujer fue detenida por la Policía Foral por un presunto delito de atentado a la autoridad, después de que un grupo de mujeres decidiera encadenarse en la fachada del Parlamento navarro.

Concretamente, varias de las participantes de una marcha feminista se encadenaron a los barrotes de las ventanas situadas en la parte inferior de la Cámara, siendo posteriormente soltadas por efectivos de la Policía Foral que cortaron las cadenas. En ese momento se produjeron algunos incidentes entre manifestantes y agentes, hecho por el cual la mujer fue arrestada.

Madrid fue, si cabe, la gran excepción. Y es que la Comisión 8-M de la capital decidió finalmente desconvocar todos los actos organizados por el Día de la Mujer y que habían sido prohibidos por la Delegación del Gobierno, que contó con el aval de la justicia. De hecho, en la capital se vivió una jornada enrarecida desde primera hora de la mañana, cuando un mural feminista del barrio de Ciudad Lineal amaneció vandalizado, con los rostros de las mujeres que homenajeaba pintados de negro, después de que un día antes sucediera lo mismo en Alcalá de Henares.

A mediodía, y ante la prohibición de la Delegación del Gobierno en Madrid de manifestarse, el Sindicato de Estudiantes y Libres y Combativas convocó una rueda de prensa en la Puerta del Sol, que terminó siendo una manifestación a la que asistió más de un centenar de personas. Aquí se vivió uno de los instantes más tensos de la jornada, donde la Policía Nacional tuvo que intervenir para separar a un grupo de personas ajeno a la concentración, entre los que se encontraban dos mujeres, una de ellas reconocida simpatizante de Vox, que se dedicaron a cantar el himno de España y a increpar a las feministas, siendo agredida una de ellas.

Ya por la noche, la Policía Nacional y un grupo de feministas que se manifestaron sin autorización en la Plaza de Neptuno protagonizaron momentos de tensión una vez que agentes del cuerpo se acercaron a dos de las mujeres que leyeron un manifiesto, a quienes identificaron.