- Estamos ante un nuevo 8 de marzo más en el punto de mira que nunca, después de la polémica del pasado año.

-Tenemos que hacer un llamamiento a la responsabilidad. Debemos entender que este día no está pensado para un colectivo exclusivamente, sino que representa a la mitad de la población. Es un movimiento masivo. Por eso, desde la institución tenemos que mostrar la máxima responsabilidad. Más que nunca cobra importancia el mensaje de que tenemos que poner la vida en el centro.

Como directora de Igualdad, ¿le sorprende que esta reivindicación esté en los últimos años en el centro de la polémica?

-Efectivamente, antes de la pandemia ya veíamos ciertos movimientos involucionistas. Siendo conscientes de ello, no podemos olvidarnos de la realidad que tenemos y las miles de vidas que se han ido por la pandemia nos tiene que llevar a reflexionar. Creo que el 8 de marzo no nos puede obcecar en que todo se tiene que concentrar ese día; tenemos 365 días del año para defender los derechos de las mujeres. Tenemos una sociedad muy preparada y que está avanzando, precisamente, por la senda de la igualdad.

La reivindicación de este año pone el foco en los cuidados. ¿La pandemia ha puesto de manifiesto más si cabe las desigualdades existentes en este ámbito?

-Efectivamente. Cada uno entiende los cuidados de una manera diferente, pero sí que ha tomado mucha más presencia. Se han visibilizado los dos ámbitos: el formal y el informal. En el formal, los cuidados han hecho un tránsito en las últimas décadas del hogar hacia el empleo. Al mismo tiempo, nos ha visibilizado la sobrecarga de trabajo en el hogar. Esto es bueno porque nos lleva a debatir más y a analizar mejor todo lo que suponen los cuidados, que para muchas mujeres sigue siendo un freno en su mantenimiento en el ámbito laboral. Estamos yendo hacia un cambio de organigrama social que requiere de alguna manera innovar tanto en el cuidado remunerado. Y necesitamos también un pacto entre hombres y mujeres sobre compartir y redistribuir los cuidados en el ámbito del hogar.

¿La pandemia ha evidenciado otras desigualdades?

-Han aparecido otras desigualdades más vinculadas al ámbito del empleo pero quizá todavía no tenemos una foto fija muy muy clara. Sobre todo, en lo relativo a la pérdida de empleo, cómo se ha perdido ese empleo€ En breve podremos tener unas conclusiones más nítidas.

¿Le preocupa que todo lo que trasciende de la crisis sanitaria haya quedado fuera del foco mediático?

-Es normal que hayamos prestado una máxima atención a la evolución de la pandemia. Estamos hablando de que tenemos en juego las vidas de las personas, algunas más vulnerables que otras. Pero en paralelo hemos trabajado también la crisis económica. Las dos patas han sido fundamentales y, en ambas, tanto hombres como mujeres hemos intentado dar una respuesta adecuada. Creo que como sociedad, en general, se ha respondido bien. Y desde la institución seguimos trabajando en los proyectos estratégicos.

En convocatorias anteriores, el 8 de marzo ha movilizado a grandes masas de población, especialmente entre los más jóvenes. ¿Teme que este parón, provocado por la situación sanitaria, desenganche a la gente de esta lucha?

-No. No tengo una herramienta que me permita ser muy concluyente, pero hace pocos días se pulsó la opinión pública sobre si estaban de acuerdo en manifestarse o no, y se veía que las mujeres más jóvenes tenían una total disposición a participar en la manifestación y lo consideraban bueno. Por el contrario, las mujeres de mayor edad se sentían mucho más cautas y es que es evidente que la pandemia ha golpeado de forma más fuerte a estas generaciones. Las generaciones jóvenes están muy muy concienciadas en la lucha por los derechos de las mujeres.

Pese a los altos niveles de concienciación, los expertos alertan de un incremento de las conductas machistas en las relaciones de los más jóvenes. ¿No es una contradicción?

-Cuando hablamos, por ejemplo, de la violencia en edades jóvenes, hablamos de porcentajes altos, del 30%, pero perdemos el foco del otro 70%. Tenemos que entender que la gran mayoría de la juventud no acepta, formalmente, por lo menos la violencia. Estamos en un proceso de tránsito de gran cambio imparable y, en este sentido, en el Tercer Plan de Igualdad consideramos que dentro de la línea estratégica de violencia, hay apartados fundamentales a trabajar como son la prevención, la sensibilización y la formación. Este mismo mes vamos a poner en conocimiento tanto a la comunidad educativa como a la educación no formal de materiales audiovisuales que están destinados a la prevención en edades tempranas, entre 6 y 14 años. Debemos seguir trabajando este tipo de acciones que están pensadas para sensibilizar y prevenir la violencia en futuras generaciones.

La Diputación se ha marcado el reto de reducir la desigualdad en todos los ámbitos. ¿Cuáles son los retos de futuro?

-Tenemos retos en los cuatro ámbitos estratégicos. Como institución, tenemos una capacidad motor de cambio importante. Como proveedor de servicios, estos tienen que tener una perspectiva de género en toda su extensión y eso no es algo fácil porque tiene que implicar a todo el organigrama de la Diputación. Luego tenemos el reto del empoderamiento. Tenemos que seguir trabajando con la sociedad civil organizada, con las asociaciones de mujeres y el movimiento feminista porque son un motor de cambio importante. Aunque Gipuzkoa es un territorio pionero en cuanto a políticas de igualdad, las mujeres no estamos representando el liderazgo en los cargos de responsabilidad. Una pieza estratégica importante es el ámbito del trabajo. Ahí hay importantes brechas que son verdaderos retos porque, aunque hemos avanzado muchísimo en los últimos años, tenemos una especie de estancamiento: la brecha salarial, la asunción de los cuidados por las mujeres que siguen abandonando el ámbito laboral para atender las necesidades de cuidados de tipo temporal€ Los datos son tozudos y tenemos mucho por hacer. Y, finalmente, la violencia, donde todavía seguimos conociendo la punta del iceberg y tenemos mucho por debajo.

¿La pandemia ha obligado a la Diputación a replantear su estrategia en materia de igualdad?-El inicio de la pandemia sí que marcó un momento de gran incertidumbre porque se veían suficientes indicios para pensar que las mujeres que estaban viviendo violencia se encontraban en las peores condiciones que se podían tener. Todos los recursos sociales de violencia se mantuvieron en marcha porque fueron considerados esenciales y en ese sentido todo el cuerpo de servicios sociales estuvieron coordinados. En esa dinámica trabajamos la gran mayoría de municipios del territorio y de ahí salió una guía que nos permitió recoger tanto las buenas prácticas que se habían puesto en marcha y a la vez entender mejor qué tipo de alternativas se podían activar.

¿Goza de buena salud la relación entre la Diputación y el movimiento feminista?

-La pasada legislatura pusimos en marcha el espacio Gunea para acercar a la ciudadanía y al tejido asociativo a la institución foral y ya llevamos tres años aproximadamente. La última experiencia de elaboración del Tercer Plan foral de Igualdad da muestras de una buena salud de este espacio de participación e interlocución.

"Aunque Gipuzkoa es pionera en igualdad, las mujeres no estamos representando el liderazgo en los cargos de responsabilidad"

"Las generaciones jóvenes están muy muy concienciadas en la lucha por los derechos de las mujeres"